miércoles, 12 de diciembre de 2012
6 Formas de usar el genograma
domingo, 11 de noviembre de 2012
Patrones interpersonales problemáticos en familias en proceso de divorcio
Se aborda en esta entrada una forma de evaluar las interacciones triádicas (padres e hijo) en familias que atraviesan por un proceso de divorcio. Se basa en una perspectiva relacional y por ahora se limita a describir y clasificar las pautas de interacción comunes en casos de separación conyugal. Se dejará para posteriores entregas las propuestas de intervención terapéutica.
TIPO
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DESCRIPCIÓN
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EFECTOS
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El niño escindido
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El
adulto, dolido, por la separación, ha decidido actuar como si su ex cónyuge
no existiera y ha trasmitido esta exigencia a su hijo. El menor, entonces no
ha recibido el “permiso psicológico” de un progenitor para relacionarse
libremente y querer al otro.
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El
niño no se siente aceptado en su totalidad lo que mina su autoestima y su seguridad
personal.
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El niño mensajero
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Los
progenitores recurren al hijo para comunicarse entre ellos. Estos encargos
son formas desafortunadas de eludir la necesaria comunicación entre los
padres y de implicar al hijo en el conflicto post-divorcio.
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Tiende
a generar gran ansiedad, especialmente si hay contenido emocional y crítica.
Manipula
a los padres modificando u omitiendo ciertos mensajes.
Exceso
de poder al menor.
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El niño espía
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Uno
o ambos padres se valen del menor para averiguar detalles de la vida de su
expareja, a menudo incluso sobre detalles íntimos. El niño se ve colocado en
un conflicto de lealtades, especialmente cuando percibe que quien le sonsaca
puede utilizar la información en contra del otro. El niño trata de escapar
con evasivas o mutismo. Aumenta la incertidumbre de quien pregunta y genera
interrogatorios más intensos o más “disimulados.
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Genera
ansiedad, mutismo, desconfianza de los adultos.
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El niño colchón
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El
niño asume la responsabilidad de tratar de minimizar el conflicto entre sus
padres: si, por ejemplo, el padre critica a la madre por algún descuido de
ésta, tratará de defenderla “sin que se note” asumiendo él la culpa . El niño
emocionalmente se lleva todos los golpes.
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Produce
en el niño hipervigilancia, ansiedad e irritabilidad, somatizaciones.
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El niño edredón
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El
niño parentalizado que trata de proteger, consolar, reconfortar… al
progenitor que percibe como más débil (y que utiliza el rol de victima para
atraer al hijo). En algunos casos, el niño hace el papel del otro progenitor asumiendo
tareas domésticas inapropiadas para su edad.
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Nivel
de responsabilidad excesivo para su nivel de desarrollo. Produce
hiperresponsabilidad, obsesividad, ansiedad y sentimientos de culpa y
frustración cuando no está a la altura que se espera de él.
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El bate de beisbol
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Sus
padres lo utilizan como arma para agredir al ex cónyuge. El menor sale
perjudicado no solo a nivel práctico, sin no que aprende que sus necesidades
son relegadas en virtud de la pelea entre adultos.
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Produce
baja autoestima y pobre autoconfianza del niño al recibir constantemente el
mensaje de “tú no importas”
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El niño invisible
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El
menor es ignorado por uno de los progenitores, generalmente el no custodio,
que lo abandona a consecuencia del desapego o irresponsabilidad o como
resultado del alejamiento al que le somete el padre custodio. En el peor de
los casos un progenitor castiga a su ex pareja ignorando o despreciando al
hijo (comúnmente el aliado del custodio)
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Síntomas
afectivos, baja autoestima y autoconfianza.
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El subversivo subvencionado
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Uno
de los progenitores alienta y promueve la indisciplina, desobediencia e
incluso agresividad del menor hacia el otro. Por ejemplo, la madre puede ver
su autoridad parental cuestionada por un hijo que controla y anima el padre.
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Hijos
descontrolados, agresivos, desafiantes e incluso antisociales.
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El niño alienado
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Uno
de los padres (por lo general el custodio) maniobra de forma activa para distanciar
al menor del otro progenitor, indisponerle contra él y conseguir que se rompa
el vínculo mediante maniobras sutiles para transmitir una imagen negativa del
otro, sembrar dudas sobre su afecto, interferir en la relación y
descalificarlo. El resultado: rechazo y negarse a estar con el no custodio.
Síndrome
de Alienación Parental
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Conductas
de rechazo y descalificación al cónyuge no custodio.
Culpabilzación
posterior.
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Etapas del proceso de divorcio
ETAPA
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DESCRIPCIÓN
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INTERVENCIÓN
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1 Aumento
de la ambivalencia
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Dudas
sobre la relación, agresividad no verbalizada, fantasías de romances, de
abandono de la relación o de una desaparición súbita de la pareja o de su
muerte. Los hijos se percatan. La inestabilidad y la tensión producen miedo
intenso, provocando dependencia o problemas propios.
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-Es
conveniente ver a los dos conjuntamente para transmitir que el problema es de
pareja.
-Reconocer
la ambivalencia como el origen de los problemas de pareja.
-
Modificar el patrón interpersonal disfuncional.
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2
Distanciamiento
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Distanciamiento
emocional y físico entre los esposos y a veces con los hijos y las familias
de origen.
Relación
extramarital.
Hijos
confusos ante los mensajes ambiguos que se cruzan los padres.
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-Reconocer
que el conflicto se debe al distanciamiento.
-Identificar
los síntomas como faltas de atención al otro y/o abandono de las obligaciones
para los hijos.
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3
Fantasías y acciones pre-separación
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Fantasías
de ambos cónyuges de reconstruir su vida y cubrir sus necesidades con otras
parejas, mediante la vuelta a su familia de origen o viviendo una vida más
libres de obligaciones conyugales o parentales al quedar de nuevo solteros.
Las fantasías se convierten en acciones y actitudes.
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-Identificar
los movimientos de desequilibrio, lealtades con la familia de origen y
coaliciones con los hijos.
-Cuando
han decidido la separación actuar de forma educativa (cómo informar a hijos y
familia, momento adecuado, efectos, expectativas, etc.)
-Racionalidad
vs emotividad de las acciones.
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4
Separación física
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Uno
de los padres abandona el hogar. Se precipita impulsivamente la separación
después de un altercado serio. Los hijos suelen quedar en estado de shock y
negar la separación
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-Planificar
sus necesidades y la continuidad de la terapia.
-Información
sobre cómo hablar a sus hijos y responder a sus preguntas y cómo ayudarles a
sus miedos.
-Sesiones
con los hijos después para discutir los planes de los padres en relación con
ellos.
-Animarlos
a preguntar y expresar sus miedos.
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5
Pseudorreconciliación
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Tras
la separación, la familia experimenta sentimientos de pérdida, nuevos roles y
responsabilidades, culpabilidad y soledad, que no están preparados para
manejar.
Los
hijos pueden crear problemas para tratar de juntar a sus padres.
Esta
etapa hace más cruel y dolorosa la subsecuente separación.
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-Interpretar
la pseudorreconciliación como un camuflaje de patrones de interacción disfuncionales.
-Confrontar
la colusión reactivada por los miedos a separarse.
-Aclarar
la confusión creada en los hijos, en la pareja, en las familias de origen
(lealtades) y el futuro de la familia
-Manejo
de la ambivalencia y de la frustración de que nada cambio
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6
Fantasías de predivorcio
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Cuando
los conflictos vuelven a estallar se produce una gran desilusión y
sentimientos de fracaso.
En
los hijos la desilusión se expresa mediante explosiones de furia y
actings-out dirigidos hacia ambos padres.
Fobias
escolares, trastornos de conducta, quejas somáticas, conductas regresivas,
conflictos con los hermanos.
Se
discute la posibilidad del divorcio de forma más abierta con familiares y
amigos.
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-Ayudar
a la familia a contener y resolver la reactividad.
-Ayudar
a tomar la decisión sobre el divorcio.
-Proponer
un periodo transitorio de separación con objeto de poner fin momentáneo al
conflicto y esforzarse en mejorar la relación (anexo)
-Entrenamiento
en comunicación, resolución de problemas y habilidades de negociación.
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7
Decisión de divorciarse
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Sensación
de que las cosas se están terminando. Los esposos se encuentran abandonados a
sí mismos, aflorando sentimientos de rabia, venganza y angustia.
Los
hijos corren el mayor riesgo de ser afectados emocionalmente como resultado
de la conducta de los padres. Experimentan descontrol, angustia, problemas en
la escuela y triangulación en la familia.
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-Asesoría
de un abogado.
-Ayudar
a la pareja a negociar su divorcio
-La
terapia mediante juegos es una buena formula para ayudar a los niños a
ventilar sentimientos y a entender las decisiones de los padres.
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8
Recurrencia de la ambivalencia
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Refleja
la dosis de realidad que inyectan los problemas legales.
A
mayor ambivalencia de los padres mayor creencia en los hijos de que la
reconciliación es posible.
Los
hijos están en el limbo, lo que incrementa su ansiedad.
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-Identificar
las razones de la ambivalencia y hacer que la pareja tome conciencia de
ellas.
-Refrenar
el divorcio para discutir aquellos asuntos de los que nunca hablaron, así
como de las heridas mutuamente infringidas.
-Ayudar
a los padres a hablar a los hijos de sus sentimientos de ambivalencia.
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9
Las disputas potenciales.
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a) Mediación
Divorcio
de mutuo acuerdo para solventar problemas como división de propiedades,
pensión del esposo sin recursos, mantenimiento de los hijos y arreglos sobre
custodias y visitas.
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Pasos:
1 Establecimiento
de la necesidad de mediación
2 Definición
de los problemas
3 Procesamiento
de los problemas, habilidades de comunicación
4
Solución de los problemas, compromisos, forma de ejecutarlos y reglas.
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b)
Divorcio sin acuerdo mutuo.
Se
realizan judicialmente, problemas personales irresueltos que terminan en
revanchas o por consejo de abogados sin escrúpulos
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-Desarrollar
una relación de trabajo con los abogados y la judicatura
-Jugar
el rol de defensor de la salud emocional de todos los miembros de la familia
en la relación de trabajo y con el cónyuge individualmente.
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10
Custodia compartida después del divorcio.
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Necesidad
de aprender el rol de padres y de dejar de ser pareja. La adaptación de los hijos
se liga a las posibilidades de ajuste emocional de los padres y a las
posibilidades de ambos de compartir, desde la distancia, la función parental.
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-Ayudar
a definir nuevas funciones parentales, un nuevo ajuste personal y la
reconstrucción de las relaciones con la red social.
-Terapia
individual a los esposos (por separado)
-Ante
problemas serios de los hijos se convoca al otro padre o incluso la red
extensa.
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11
El nuevo matrimonio
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El
movimiento de uno de los miembros de la pareja hacia un nuevo matrimonio
genera una crisis en todo el sistema. Los hijos tienen que renunciar a las
fantasías de reconciliación y los abuelos pueden temer una mayor dificultad
de acceso a los nietos. Se producen acusaciones de abuso sexual, de abandono
y/o malos tratos.
Alianzas
con el padre leal a la antigua familia
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-Ayudar
a los hijos a comprender lo que está sucediendo
-
Procedimiento combinado de terapia familiar y mediación con el fin de
prevenir escaladas legales.
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12
La reconstrucción de la familia
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La
entrada de un nuevo padre reorganiza estructuralmente a la familia forzando
la definición de nuevos roles en el subsistema parental y en el de los hijos,
así como la relación entre ambos. Los hijos pueden sentir que el padre que se
casa les abandona
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-Se
orienta primero a pedir tiempo para crear y estabilizar relaciones.
-El
tiempo se invierte en un trato que facilite el conocimiento mutuo, crear
rituales en la familia nueva y crear una historia en común.
-Conseguir
una mayor flexibilidad de funcionamiento que en las familias intactas.
Ejemplo: el padre no biológico tendrá que renunciar, sobre todo con
adolescentes, a ejercer un rol de disciplina.
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13
El segundo matrimonio
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Cuando
el cónyuge que no estaba casado, se casa, se crea una nueva crisis. El
impacto es poderoso. Crea perplejidad y confusión en los roles familiares.
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14
El funcionamiento familiar dual.
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Se
funciona como una familia de dos núcleos (familia binuclear) con dos
subsistemas de pareja, dos subsistemas de padres-hijos, y cuatro familias
extensas. Se recupera un cierto sentimiento de estabilidad y normalidad
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-Buscar
resolver aquellas alianzas que puedan amenazar el equilibrio de las familias
-Predecir
posibles problemas.
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Fuente: Navarro, José (comp.) Parejas en situaciones especiales. Paidós, 2000.
martes, 30 de octubre de 2012
Fobia
martes, 23 de octubre de 2012
Video sobre Hipnosis Ericksoniana
lunes, 15 de octubre de 2012
¿Qué es lo “normal” y lo “patológico” en terapia breve sistémica?
A
propósito de la conmemoración del día mundial de la salud mental (10 de
Octubre) que invita a reflexionar sobre los conceptos de enfermedad y
salud mental, en el presente escrito se intenta describir cómo se concibe lo
“normal” y lo “patológico” en el modelo de terapia breve sistémica. Primero se
define la visión constructivista que sirve de marco epistemológico, para
después presentar los conceptos de normalidad y patología según la óptica
constructivista.
PERSPECTIVA CONSTRUCTIVISTA.
“La manera más
peligrosa de engañarse a sí mismo es creer
que existe una sola
realidad” Watzlawick, P.
El
constructivismo es una de las perspectivas epistemológicas que más ha influido
en los modelos de terapia breve sistémica. Sostiene que no es posible descubrir
el conocimiento, sino que este se construye por medio de la comunicación
(consenso) entre los seres humanos mediante un fenómeno denominado profecía
que se autodetermina que consiste en “una suposición o previsión que,
como resultado de haberla supuesto, causa la verificación del evento”
En
este sentido, no existe una verdad absoluta, solo aproximaciones y lo que es
real para unos, puede que no lo sea para otros.
LO NORMAL Y LO
PATOLÓGICO.
Desde
una visión tradicional, influenciada en gran medida por el modelo médico, el
objetivo del psicólogo clínico es volver a la normalidad lo patológico. Para
llevar a cabo tal empresa, se han adoptado diferentes acepciones de lo “normal”
y lo “patológico” a través de la historia de la práctica clínica: desde la neurosis
del psicoanálisis hasta el trastorno mental de los sistemas de clasificación de
la psicopatología.
Sin
embargo, en contraste con la inmediatez con que se realiza la distinción entre
lo “normal” y lo “patológico” en el ámbito de funcionamiento de órganos y
aparatos característico del modelo médico, en cuestión de comportamiento
humano es difícil hacer la distinción por los llamados procesos de percepción y
atribución social: un mismo fenómeno humano puede ser interpretado de varias
maneras diferentes.
LO
NORMAL Y LO PATOLÓGICO SEGÚN CONSTRUCTIVISMO.
De
acuerdo con la visión constructivista, no existe una definición unívoca de
salud y enfermedad. El terapeuta constructivista está consciente de dos
fenómenos que pueden limitar el proceso terapéutico: la creación o
construcción del caso (clasificación de fenómenos de comportamiento
humano que construyen dichos fenómenos también donde no estén presentes en un
inicio) y las profecías que se autorrealizan (predicción que,
una vez hecha, es en sí misma la causa de que se haga realidad).
De
esta forma se entiende que “Salud” y “patología” son etiquetas, que cambian
según el momento de la observación y dependiendo de quién sea el observador.
¿Qué
es lo patológico, entonces? Según Nardone (2007), en general, es aquello que
determina sufrimiento en el paciente y/o en su red relacional. Tal sufrimiento
se configura como la imposibilidad de acceder a comportamientos deseados: la
persona no dispone de los recursos que forman parte del repertorio de
comportamientos típicos de la especie humana.
Los
“recursos” son las capacidades que permiten llevar una vida satisfactoria,
garantizan un equilibrio entre los deseos y la necesidad de acuerdo con los
demás y están presentes en las diferentes etapas vitales, pues facilitan el
afrontamiento de las tareas de desarrollo.
Cuando
la persona no es capaz de acceder a los recursos naturales incluidos en su
repertorio de posibilidades “humanas” sufre una condición de enfermedad
(trastorno, síntoma) derivada de la reducción numérica de las posibilidades de
elección. Desde esta visión, el objetivo de la terapia es hacer posible que la
persona pueda acceder a los recursos que existen dentro de ella.
Para
explicar cómo se produce la situación en la cual la persona no consigue tener
acceso a sus propios recursos, Nardone, adopta la óptica de la cibernética
según la cual, en cada sistema complejo de interacciones, el elemento más débil
es el que dispone de un menor número de configuraciones (respuestas):
constituyen sectores de “debilidad” aquellos niveles de comportamiento en los
cuales hay escasez de diferenciación de respuestas, estereotipos, rigidez y
repetición. De tal forma, en la práctica un sistema se vuelve rígido por los
intentos de solución fallidos que ha aplicado al problema.
La
función del terapeuta no es añadir nuevos datos al sistema sino modificar la
manera con la que este actúa, enseñando solamente a activar las armas ya
presentes, aunque disfuncionales, para transformarlas en armas funcionales.
Fuente:
Nardone, G. y Rampin M., La
mente contra la naturaleza. Integral, Barcelona, 2007.
Rodriguez, A. y Beyebach, M.,
La terapia sistémica como marco para generar nuevos relatos en las familias. En
Borobio, D. (coord.), Familia en un mundo cambiante. Publicaciones de la
Universidad Pontificia de Salamanca.
Watzlawick, P., Es real la
realidad. Herder, Barcelona, 1979.