Se aborda en esta entrada una forma de evaluar las interacciones triádicas (padres e hijo) en familias que atraviesan por un proceso de divorcio. Se basa en una perspectiva relacional y por ahora se limita a describir y clasificar las pautas de interacción comunes en casos de separación conyugal. Se dejará para posteriores entregas las propuestas de intervención terapéutica.
Beyebach
subraya que en familias en proceso de ruptura conyugal destaca la posición
relacional que el menor ocupa en la relación entre los padres como un factor
importante en el impacto emocional de los miembros del sistema, en particular
de los hijos.
El
siguiente es un cuadro que resume los diferentes tipos de patrones
interpersonales problemáticos comunes en familias en proceso de divorcio así
como el impacto emocional que tiene en los hijos.
TIPO
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DESCRIPCIÓN
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EFECTOS
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El niño escindido
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El
adulto, dolido, por la separación, ha decidido actuar como si su ex cónyuge
no existiera y ha trasmitido esta exigencia a su hijo. El menor, entonces no
ha recibido el “permiso psicológico” de un progenitor para relacionarse
libremente y querer al otro.
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El
niño no se siente aceptado en su totalidad lo que mina su autoestima y su seguridad
personal.
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El niño mensajero
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Los
progenitores recurren al hijo para comunicarse entre ellos. Estos encargos
son formas desafortunadas de eludir la necesaria comunicación entre los
padres y de implicar al hijo en el conflicto post-divorcio.
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Tiende
a generar gran ansiedad, especialmente si hay contenido emocional y crítica.
Manipula
a los padres modificando u omitiendo ciertos mensajes.
Exceso
de poder al menor.
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El niño espía
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Uno
o ambos padres se valen del menor para averiguar detalles de la vida de su
expareja, a menudo incluso sobre detalles íntimos. El niño se ve colocado en
un conflicto de lealtades, especialmente cuando percibe que quien le sonsaca
puede utilizar la información en contra del otro. El niño trata de escapar
con evasivas o mutismo. Aumenta la incertidumbre de quien pregunta y genera
interrogatorios más intensos o más “disimulados.
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Genera
ansiedad, mutismo, desconfianza de los adultos.
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El niño colchón
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El
niño asume la responsabilidad de tratar de minimizar el conflicto entre sus
padres: si, por ejemplo, el padre critica a la madre por algún descuido de
ésta, tratará de defenderla “sin que se note” asumiendo él la culpa . El niño
emocionalmente se lleva todos los golpes.
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Produce
en el niño hipervigilancia, ansiedad e irritabilidad, somatizaciones.
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El niño edredón
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El
niño parentalizado que trata de proteger, consolar, reconfortar… al
progenitor que percibe como más débil (y que utiliza el rol de victima para
atraer al hijo). En algunos casos, el niño hace el papel del otro progenitor asumiendo
tareas domésticas inapropiadas para su edad.
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Nivel
de responsabilidad excesivo para su nivel de desarrollo. Produce
hiperresponsabilidad, obsesividad, ansiedad y sentimientos de culpa y
frustración cuando no está a la altura que se espera de él.
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El bate de beisbol
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Sus
padres lo utilizan como arma para agredir al ex cónyuge. El menor sale
perjudicado no solo a nivel práctico, sin no que aprende que sus necesidades
son relegadas en virtud de la pelea entre adultos.
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Produce
baja autoestima y pobre autoconfianza del niño al recibir constantemente el
mensaje de “tú no importas”
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El niño invisible
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El
menor es ignorado por uno de los progenitores, generalmente el no custodio,
que lo abandona a consecuencia del desapego o irresponsabilidad o como
resultado del alejamiento al que le somete el padre custodio. En el peor de
los casos un progenitor castiga a su ex pareja ignorando o despreciando al
hijo (comúnmente el aliado del custodio)
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Síntomas
afectivos, baja autoestima y autoconfianza.
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El subversivo subvencionado
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Uno
de los progenitores alienta y promueve la indisciplina, desobediencia e
incluso agresividad del menor hacia el otro. Por ejemplo, la madre puede ver
su autoridad parental cuestionada por un hijo que controla y anima el padre.
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Hijos
descontrolados, agresivos, desafiantes e incluso antisociales.
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El niño alienado
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Uno
de los padres (por lo general el custodio) maniobra de forma activa para distanciar
al menor del otro progenitor, indisponerle contra él y conseguir que se rompa
el vínculo mediante maniobras sutiles para transmitir una imagen negativa del
otro, sembrar dudas sobre su afecto, interferir en la relación y
descalificarlo. El resultado: rechazo y negarse a estar con el no custodio.
Síndrome
de Alienación Parental
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Conductas
de rechazo y descalificación al cónyuge no custodio.
Culpabilzación
posterior.
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Fuente: Beyebach, Mark, La repercusión sobre el menor de los procesos de ruptura matrimonial: aspectos emocionales y relacionales. Universidad Pontificia de Salamanca, 2009