martes, 16 de marzo de 2021

Conversaciones sobre Terapia Sistémica: Paradoja y contraparadoja (video 22)

 


En esta entrada se presenta la clase 21 del módulo de Paradoja y contraparadoja del curso de terapia sistémica del proyecto de formación continua del Equipo de Terapia Familiar Zoquipan. Se revisa el trabajo del equipo de Milán y su propuesta acerca de de la estrategia en la cual los terapeutas abandonan el rol paterno prescribiéndolo paradójicamente a los miembros de la última generación en Terapia Familiar. Se recuerda al lector que las actividades formativas se pueden seguir en vivo desde Facebook.  Las reuniones son los miércoles a las 19:30 en la página de Conversaciones sobre terapia sistémica fb





lunes, 1 de marzo de 2021

El autocuidado del terapeuta: Cómo identificar el desgaste profesional e intervenir

 


El autocuidado del terapeuta

Cómo identificar el desgaste profesional e intervenir

 

“Sin exagerar, podríamos decir que al menos la mitad de cada

tratamiento consiste en el autoexamen del médico, pues solo aquello que

él corrija en sí mismo lo podrá corregir en el paciente. Tampoco es

 un fracaso si siente que el paciente lo golpea o incluso lo supera:

es su propio dolor lo que da la medida de su poder para sanar

Carl Gustav Jung

 

En esta entrada se aborda el tema del autocuidado del terapeuta. Primero se repasan los riesgos a los que se enfrentan los profesionales de la salud mental en su práctica clínica y el proceso de desgaste profesional por el que puede atravesar. Se revisan también una serie de pautas problemáticas que pueden generar ese desgaste y, por último, se  enumeran 7 estrategias basadas en el autocuidado para prevenir los riesgos a los que está expuesto el profesional.

 

Riesgo del profesional

 

Los profesionales en el campo clínico están sujetos a riesgos psicosociales de su actividad laboral. La psicoterapia es una actividad que conlleva una tensión añadida específica, aumentando estos riesgos psico-emocionales que amenazan el rendimiento del terapeuta y la asistencia que ofrece.

 

En la tabla siguiente se describen 4 cuadros que pueden manifestarse en personas que se encuentran en una relación de cuidado con respecto a otras, especialmente en profesionales asistenciales que requieren en su trabajo diario establecer un profundo e intenso contacto con personas que en muchas ocasiones experimentan situaciones de dolor, miedo, angustia y muerte.    

 

 

Riesgo

Definición

Síntomas

 

 

Síndrome de desgaste profesional (C. Maslach, 1986)

 

 

Es la respuesta extrema al estrés crónico originado en el contexto laboral y tendría repercusiones de índole individual, pero también afectaría a aspectos organizacionales y sociales.

 

 

 

Agotamiento emocional

 

Despersonalización

 

Falta de realización personal

 

 

 

 

Trauma vicario (McCann, 1990)

 

 

Síntomas traumáticos sufridos por los profesionales que integran equipos que trabajan con víctimas que sufren violencia. Es una especie de victimización vicaria sufrida por el terapeuta encargado de la asistencia de las víctimas y, por el hecho de ser testigo de tan horrendos testimonios.

 

 

Síntomas de TEP:

 

Reviviscencia del hecho

 

Evasión

 

Hiperexcitación

 

Pensamientos y estados de ánimo o sentimientos negativos

 

 

 

 

 

 

Fatiga por compasión (Figley, 1995)

 

 

Un tipo de estrés resultante de la relación de ayuda terapéutica, de la empatía y del compromiso emocional. Este término, visibiliza una realidad que afecta específicamente a profesionales que trabajan con el objetivo de aliviar el sufrimiento en la vida de las personas que atienden, aparte de ser vulnerables a otros tipos de estrés o al desgaste por el trabajo.

 

 

 

 

 

Síntomas de desgaste profesional o

 

 

Síntomas de TEP

 

 

 

 

 

 

 

Asincronía del profesional (Boscolo, 1996)

 

 

La percepción del tiempo que tienen los profesionales es bien distinta a la que tiene la familia, por ello no se producen cambios y/o deseos de cambio. Las familias, los profesionales, los servicios y el contexto tienen diferentes unidades de medida, y distintas percepciones del tiempo en que deben afrontarse los problemas; se produce una asincronía.

 

 

Que nada que pueda hacer lo ayudará; Cansado, incluso agotado y abrumado; Sentirse un fracasado; Que no está haciendo bien su trabajo; Frustrado; Cínico; Desconectado de los demás, sin sentimientos, indiferente; Deprimido; Que necesita consumir alcohol u otras sustancias que alteran su mente para enfrentar sus tareas

 

  

Proceso del desgaste profesional en el terapeuta

 

El desgaste profesional no se presenta de la noche a la mañana, antes bien supone una evolución paulatina en un proceso de 12 etapas diferenciadas y secuenciadas. En la siguiente imagen se ilustra el proceso seguida de la descripción de cada una de las etapas:

 

1. Compulsión para probarse a sí mismo: El terapeuta tiene ideas perfeccionistas y se conduce con ambición. Es exigente consigo mismo y está dispuesto a decir que “si” a toda petición con tal de demostrar su valía.

  

2.    Ritmo de trabajo intenso: El terapeuta intenta resolver en forma perfecta y expedita las tareas que le han encomendado, absorbe tareas extras y presenta dificultades para delegar.

 

3.    Negación de las propias necesidades: El terapeuta está dispuesto a invertir más horas y esfuerzo a las tareas laborales, se lleva trabajo a casa y casi no descansa. Por consiguiente, descuida a su familia y las relaciones sociales.

 

4.    Desplazamiento de conflictos: El terapeuta comienza a verse rebasado por el ritmo de trabajo y percibe que algo no va bien en su vida, pero no es capaz de identificar las causas. Aparecen síntomas: cefalea, nauseas, dolores musculares, disfunciones sexuales, insomnio, alteraciones del apetito, ansiedad, etc. Comienza a presentar errores y fallas técnicas.

   

5.    Revisión de valores: El terapeuta intenta replantear la manera que se está organizando. Su ajuste consiste en descartar sus necesidades físicas, sociales y emocionales con la finalidad de evadir conflictos y disminuir el costo emocional. Se muestra insensible, calculador y desapegado.

     

6.    Negación de problemas emergentes: El terapeuta muestra actitudes cínicas, agresivas y carentes de empatía. Su comportamiento está dominado por la impaciencia y la intolerancia.

   

7.    Aislamiento: El contacto social del maestro se mantiene al mínimo. Las relaciones familiares y sociales las percibe como una carga y, por tanto, las evita.

 

8.    Cambios conductuales evidentes: El terapeuta se conduce temeroso, apático, tímido, con cierta paranoia. Se muestra irritable, a la defensiva y por ende con conflictos interpersonales constantes.

  

9.  Despersonalización: El terapeuta parece funcionar en “modo piloto automático”, desconectado y ajeno a sus propias emociones y necesidades. Percibe su vida como carente de significado y llena de estrés.

 

10. Vacío interno: El terapeuta se encuentra abatido, agotado, inmerso en la ansiedad. Pueden presentarse en esta fase: fobias, ataques de pánico y conductas adictivas (comida, compras, sexualidad o sustancias)

 

11. Depresión: El terapeuta presenta cambios emocionales acusados que incluyen la desesperanza, desesperación, agotamiento, culpa, enojo, pensamiento pesimista, tristeza, sensación de vacío e incluso ideación suicida.

 

12. Síndrome de Desgaste profesional



Patrones Interpersonales Problemáticos de desgaste profesional en terapeutas

 

Se presentan a continuación 7 patrones interpersonales problemáticos relacionados con el desgaste profesional. Estas pautas representan un riesgo en la medida en que llevan al terapeuta a experimentar frustración laboral, poco control de su trabajo, monotonía, expectativas poco claras, deterioro de las relaciones y red de apoyo, fatiga, sentimientos negativos, inadaptación y desequilibrio entre la vida laboral, familiar y social. Las categorías que se exponen aluden a características individuales sólo con fines didácticos y no representan etiquetas personales sino descripciones de interacciones

 

Terapeuta Obsesivo

 

Por temor sigue al pie de la letra el “manual” del modelo y experimenta frustración sino logra la perfección de las sesiones e intervenciones.  Entre más trata de controlar las variables más falta de control percibe. Basa su conducta en “debeísmos”           

 

Empuja al cambio cuando aún no están listos los pacientes. Su frustración afecta la relación con los pacientes. En vez de ver a la persona, sólo ve el modelo de terapia. Carece de tiempo debido a que toma muchos cursos y lee vorazmente para perfeccionar su técnica.

 

Terapeuta Racional o intelectual

Da preponderancia a la teoría, a tener explicaciones de lo que sucede. Destina mucho tiempo en la etapa de evaluación. Mucho diagnóstico y poca o nula intervención. En su vida personal y familiar también experimenta esa falta de conexión, debido a que siempre está pensando en sus casos.

 Los pacientes lo perciben lejano y frío. Es difícil establecer una conexión emocional con él y por tanto los pacientes no tendrán la confianza y seguridad necesaria para animarse a realizar los cambios.

 

Terapeuta impotente o desvalorizado

 Muestra sentimientos de ineptitud y autodescalificación respecto a su rol profesional. Frecuentemente experimenta culpa e interpreta toda situación de la terapia como signo de su ineficacia.  Su profecía se autocumple y experimentara perpetuamente insatisfacción laboral.

Los pacientes lo perciben inseguro y vacilante. Algunos pacientes se mostrarán confundidos y por la falta de claridad desertarán del proceso. Otros pacientes se conectarán con la culpa del terapeuta: “Desde que venimos, estamos peor”, “tan caro, no más por platicar”, etc.

 

Terapeuta aterrado          

 Sucumbe ante su propio miedo, se paraliza. Tiene constantemente dialogo interno (“y si se enoja, empeora, se trauma, me culpa”). Imagina frecuentemente el peor de los escenarios (“se suicidará por mi culpa, me demandarán, se golpearán).

 La parálisis le resta voz y protagonismo al terapeuta y los pacientes cada vez más imponen su visión de las cosas enganchando al terapeuta con su discurso problematizador.

 

Terapeuta omnipotente  

 Por mecanismo de compensación desarrolla una seguridad ficticia y la creencia de que es un genio de la psicoterapia. Tiende a descalificar a sus colegas, a los enfoques de terapia y, por supuesto, a los pacientes. No necesita ir a supervisión de casos, ni mucho menos llevar un proceso personal.

Se relaciona pedantemente con sus pacientes y colegas a quienes impone su “verdad”. Tarde o temprano sus relaciones se desgastan y deterioran afectando su eficacia profesional. Culpará a los demás de sus fracasos y los pacientes se alejarán o desarrollarán codependencia.

 

Terapeuta vale todo

 Aparenta una actitud relajada y distendida, sin embargo, su trabajo es desorganizado y poco reflexivo. Actúa por intuición debido a que no ha integrado un modelo de terapia: Se define como ecléctico.

 Los constantes errores técnicos y epistemológicos desgastarán la relación terapéutica y comprometerá el éxito en los procesos. Los pacientes que prefieren el orden se alejarán. Los pacientes desordenados experimentarán mayor caos.

 

Terapeuta bombero

 Su actitud es de sacrificio y disponibilidad incondicional. Se muestra sobreprotector de sus pacientes a quienes ayuda dentro y fuera del área de consulta. Relega su vida personal por privilegiar la profesional. Es reactivo a las crisis de los pacientes de los cuales busca siempre el reconocimiento: “qué bueno es”

Su hiperresponsabilidad genera en los pacientes falta de responsabilidad minando de forma importante su sentido de autoeficacia. Es común que genere con sus pacientes relaciones de codependencia. Su activismo lo pondrá en riesgo de desgaste profesional.

 

Estrategias de autocuidado del profesional

 

Uribe (1998) describe el autocuidado como “una práctica que involucra líneas de crecimiento en las que toda persona debe trabajar cotidianamente para tener un desarrollo armónico y equilibrado. Estas líneas de crecimiento que propician un desarrollo integral se relacionan con la dimensión emocional, física, estética, intelectual y trascendental del ser, a través del desarrollo de las habilidades afectivas, cognoscitivas y sociales”

 A continuación, se describen 7 estrategias que fomentan el autocuidado en los profesionales. Aunque son acciones que funcionan de forma autónoma, todas ellas tienen 3 características en común: 1) son competencias a desarrollar, 2) promueven salud, bienestar emocional y mejora de la calidad de vida y 3) ayudan a enfrentar y resolver condiciones de desgaste asociadas al ejercicio profesional.    

 

Supervisión de casos

 La supervisión es la estrategia de autocuidado más importante para un profesional.  Es el proceso destinado a favorecer el desarrollo del terapeuta en el ámbito profesional que se realiza mediante un diálogo reflexivo en torno a los casos e inquietudes de su práctica. 

  La supervisión presenta varias ventajas para el terapeuta: le ofrece asesoría para sus casos, apoya el aprendizaje del modelo de terapia, da soporte emocional, fomenta el trabajo en equipo y favorece el autoconocimiento y el crecimiento profesional.


 La práctica de la supervisión engloba varias actividades:


Supervisión en retrospectiva:

 

Asesoría individual: un supervisor asesora la práctica al terapeuta mediante el análisis de un video o la presentación oral o escrita del caso.

 

Grupo de supervisión: Un supervisor dirige a un grupo de terapeutas que en conjunto analizan sus casos en un formato grupal.

 

Supervisión en vivo: un supervisor acompaña el caso en tiempo real mediante la cámara de Gessell o el circuito cerrado de video. Puede incluir o no la participación de un equipo terapéutico.

 

Pausas regenerativas y creativas

Hacer pausas regenerativas en la jornada laboral representa un respiro para el terapeuta y la oportunidad de equilibrar el trabajo con el descanso. Por otro lado, hacer una pausa creativa permite al profesional alejarse de los problemas para tomar perspectiva al momento de intervenir en terapia.

 En la pausa regenerativa (Rossi,1993) el profesional realiza una pausa cada 90 o 120 minutos a lo largo de su jornada diaria. En esa pausa accede a su respiración y elabora una pregunta regenerativa, por ejemplo:

 

“Si mi mente interna considera oportuno, y si no tiene otra cosa mejor que hacer para mí, me pregunto si entonces puede trabajar en organizar mis mejores ideas, mis experiencias, mi creatividad, mi fantasía y todo lo que hay de positivo dentro de mí y poder ser eficiente en mis casos mientras mi mente externa se distrae o divaga en los próximos 20 minutos

 

La pausa creativa es una estrategia que consiste en dividir la sesión de terapia en 3 momentos: 1) de entrevista para recabar información, 2) de pausa para elaborar el mensaje de recapitulación y 3) de devolución del mensaje final. De tal manera que el terapeuta puede ajustar su postura a cada una de las etapas. En la primera adopta una postura de curiosidad, en la segunda su postura es basada en la creatividad y la tercera en la directividad.

 


Centrarse en los lados fuertes, recursos y soluciones del cliente

 

Centrarse en los déficits, lo que no funciona y los problemas tiene un efecto en la percepción del cliente y del terapeuta. Luego de 45 minutos de entrevista la situación presentada se percibirá como aplastante, complicada y desesperada.  Contrario a esto, centrar la conversación en los lados fuertes, recursos y soluciones del cliente ayudará a percibir la situación presentada de forma notable y estimulante.  

 La estrategia consiste en orientar la conversación de la terapia hacía las excepciones (de Shazer, 1999) haciendo preguntas de cambio pretratamiento, de proyección a futuro y para explorar éxitos pasados y áreas de competencia.

 Charles (2005) propone utilizar un formato hipnoamnésico en las sesiones para administrar el tipo de información que se aborda en la entrevista. Sugiere dividir en 3 etapas la sesión: 1) Una etapa inicial en donde se recabe información con connotación positiva, relajada y optimista, 2) Una etapa central en donde se recabe información de connotación negativa, triste y desagradable y 3) una etapa final que permita hacer un cierre optimista y esperanzador.  

 

Rituales para el profesional

 Los rituales como técnica de intervención terapéutica se han utilizado con éxito en contextos clínicos y de acompañamiento personal y familiar. Sin embargo, su aplicación como estrategia de autocuidado del terapeuta ha sido poco estudiada.  

Esta estrategia se trata de “una secuencia de acciones simbólicas, engarzadas en una metáfora fundacional y realizadas en una atmósfera pregnante, que sirve para evocar y canalizar un conjunto complejo de emociones de modo que pervivan en la vida cotidiana (más allá del espacio y tiempo rituales) y modifiquen la experiencia emocional de sus participantes y, a través de ello, su conducta y cognición en relación con un problema o tema determinad” (Laso, 2015)

Ejemplos de rituales para el profesional son los siguientes:

 

         Escribir, leer y quemar

         Dibujo externalizador del estrés

         Baño de luz liberador

         Lavado de manos o aplicación de gel antibacterial y antitrauma después de la sesión

         Sacudir el problema

         Visualizar planes agradables y relajantes al terminar la jornada

         Amuleto de acceso a recursos positivos

         Altar de los maestros de la terapia y personajes que admira

 

Modificar el pensamiento

Esta estrategia está basada en el método de reestructuración cognitiva que consiste en aprender a identificar los pensamientos “negativos” asociados al malestar para poder debatirlos y desarrollar un modo de pensar diferente.

La metodología incluye al menos 3 pasos:

 

1)    Identificar pensamientos asociados al malestar. El profesional puede apoyarse de un diario de pensamientos (ver figura de abajo)


 

2)    Una vez identificado el pensamiento se le clasifica y

 




3)    Se realiza un debate para poder desarrollar cogniciones alternativas

 

Entrevista con eI paciente internalizado

 Es una estrategia basada en el método de la “Entrevista Con el Otro Internalizado” desarrollado por Karl tomm (ver aquí) y que se basa en la idea de que el “yo” está hecho de la comunidad de “otros significativos” que una persona ha internalizado a lo largo de su vida. La estrategia consiste en dar voz a ese “otro” que influye en nuestros sentimientos y conductas.  

Este ejercicio se realiza en pares. Un terapeuta se imagina ser, pensar y sentir como el paciente mientras su compañero le hace preguntas a este otro bajo la voz del primero con la intención de sugerir ubicarse en la posición y visión del otro y verse a sí mismo desde la perspectiva de su paciente con el fin de reflexionar y profundizar acerca de su práctica clínica.

Ejemplos de preguntas son las siguientes:

 

¿Qué impacto tuvo tu terapeuta en ti?

¿Qué es lo que más valoras de él o ella?

¿Qué hizo tu terapeuta para aumentar tu esperanza y optimismo?

¿Qué cosas que hizo o dijo te ayudaron más?

¿Qué te hubiera gustado decirle?

 

Sentido del humor y emociones positivas

 

Además de los 5 sentidos que le ayudan al terapeuta a percibir el mundo, existe otro sentido muy importante: el del humor. Este sentido se considera una posición ante la vida que le permite interpretar el mundo que le rodea desde una mirada alegre, optimista y con esperanza. Además, fomenta el afrontamiento optimista de los problemas y mejora las relaciones.

 Se distinguen 3 usos del sentido del humor en la terapia: 1) El humor para disminuir la tensión al inicio de una sesión, 2) el humor como ingrediente de las prescripciones paradójicas y 3) el humor cómo reacciones inesperadas del terapeuta.

 

Para utilizar el sentido del humor en la terapia se sugiere un método basado en la propuesta de Thorson y Powell (1993) en el que el terapeuta incluye en su práctica los 4 componentes del sentido del humor:

 

1)    Apreciar el humor: Identificar situaciones humorísticas en las sesiones de terapia, evaluar el sentido del humor en los miembros de la familia, reconocer el humor como un recurso de la persona y la familia.

 

2)    Crear el humor: aprovechar la oportunidad para resaltar incongruencias, develar paradojas, llevar al absurdo elementos de la conversación con los clientes, abordar de manera lúdica ciertos tópicos, etc.

 

3)    Afrontar las dificultades con optimismo: brindar un enfoque optimista de los problemas e invitar a los clientes a ver el lado positivo de las situaciones que les quejan.       

 

4)    Mejorar las relaciones con el humor: utilizar el sentido del humor en la fase de enganche por ejemplo para disminuir la tensión al inicio de una sesión o conocer a la persona al margen del problema.  

 

Por otro lado, se sugiere partir de la idea de psicología positiva (Vázquez, 2008) acerca de promover emociones positivas en la persona del terapeuta con actividades como:

 

         Carta de gratitud

         Tres cosas positivas de mi jornada laboral

         Tu mejor recuerdo como terapeuta

         Identificación de fortalezas personales y profesionales

         Utilización de las Recursos y Lados Fuertes de la persona del terapeuta

 

Conclusiones

 Hasta aquí se ha abordado el tema de los riesgos profesionales del terapeuta, se enumeraron los principales cuadros sintomáticos, se describieron los patrones interpersonales que lo llevan a experimentar ese riesgo y se brindó una propuesta basada en el autocuidado para mitigar estos factores de vulnerabilidad.

 

Se concluye que es de suma importancia fomentar e implementar estrategias de autocuidado en los profesionales de la salud mental a fin de prevenir dificultades psicoemocionales en su persona. Las estrategias que se han presentado en este escrito pueden llevarse de manera independiente o como parte de un plan global de autocuidado profesional tal como lo propone Marín (2016). Este autor sugiere una metodología de 3 pasos, a saber: 1) incrementar el grado de atención y la conciencia, 2) romper el aislamiento y 3) formular un plan estructurado.   

 

Bibliografía:

 

Boscolo, L. (1996) Los tiempos del tiempo. Paidós, Barcelona.

Ceberio, M. y Linares. (2005) Ser y hacer en terapia sistémica. Paidós, Barcelona,

Charles, Ruperto (2007) Terapia breve sistémica en soluciones para parejas y padres. Editorial Cree- Ser,

de Shazer, Steve (1999) En un origen las palabras eran magia. Gedisa, Barcelona.

Huggard, P., Stamm, B.H. & Pearlman, P.A. (in press). Physician stress: Compassion satisfaction, compassion fatigue and vicarious traumatization. En C.R. Figley & P. Huggard (Eds.), First do no self-harm: Understanding and promoting physician stress resilience. USA: Oxford University Press.

Imber-Black, E. (1997). Rituales terapéuticos y ritos en la familia. Barcelona: Gedisa.

Laso, E. (2015). Los rituales terapéuticos familiares: una propuesta teórica en clave emocional. Redes, 32, 21-34. Recuperado de: http://redesdigital.com.mx/index.php/redes/article/view/60

Keeney, Bradford (1992). La improvisación en psicoterapia. Paidós, Barcelona,

Marín, Miguel. (2016) Cuídate para cuidar a otros. Editorial Pax de México.

Maslach y Leiter (1997) The truth about burnout. San Francisco, CA: Jossey Bass.

Montalvo, R. y Espinosa (2011). Supervisión y terapia sistémica. Modelos, propuestas y guías prácticas. Editorial Cree- Ser. Monterrey, 

Rubin Wainrib B., Bloch E. (2000) Intervención en crisis y respuesta al trauma. Teoría y práctica. Desclée de Brouwer, Bilbao

Rossi, E. y Nimmons, D. (1993) Los 20 minutos de pausa. Editorial EDAF, Madrid

Thorson, J. A., & Powell, F. C. (1993). Sense of humor and dimensions of personality. Journal of Clinical Psychology, 49(6), 799–809

Uribe, Tulia (1999) El autocuidado y su papel en la promoción de la salud. En Investigación y educación en enfermería, ISSN 0120-5307, ISSN-e 2216-0280, Vol. 17, Nº. 2, 1999, págs. 109-118

Vázquez, Carmelo (2008). Psicología positiva aplicada. Desclée de Brouwer, Bilbao,