lunes, 1 de febrero de 2021

El engaño normalizado y su relación con problemas psicológicos

 


El engaño normalizado y su relación con problemas psicológicos

por Germán Ríos Morfín*

Esta entrada tiene relación con otras anteriores (Perspectiva relacional de la depresión y herramientas sistémicas ante el covid-19) ya que se centra en la reflexión sobre nuestro contexto social y la construcción de la identidad como parte relevante en la psicoterapia. Trataré, en esta ocasión, sobre algunas ideas acerca de la dinámica social del engaño y la traición. Subrayaré el tema como parte de una pauta personal que en apariencia es normal y además recomendable, pero que en realidad conlleva consecuencias sintomatológicas o conflictivas. Además, daré algunos ejemplos y mencionaré su relación con el miedo al rechazo, al encuentro con una imagen negativa de sí mimo o de poca empatía con los otros, y con el paso del tiempo, la limitación que genera en nuestro desarrollo pleno e íntegro.

Para empezar, tomaré la definición de engaño de la RAE, que lo refiere como: “falta de verdad en lo que se dice, hace, cree, piensa o discurre” y de la misma fuente, la definición de traición que lo refiere como “falta que se comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”.

Cuando hablemos de la traición y el engaño nos referiremos a las situaciones en las cuales una(s) persona(s) niega un hecho o realiza actos que van en contra de alguien con el que se percibe un vínculo. En ocasiones, estas acciones van acompañadas de una justificación donde se intenta explicar por qué la falta de apoyo o el “ataque” a la persona, cuando se percibía una relación importante. Cabe aclarar que no todo conflicto o diferencia en las formas de pensar es una traición o engaño, en ocasiones el disentir es parte de una dinámica importante en las relaciones humanas[1], lo que aquí se quiere subrayar es la idea de la ausencia de reflexión ética, el acto de romper con los compromisos o transgredir el respeto a la dignidad por buscar comodidades, por mantener creencias rígidas (ideologías) o por querer tener privilegios y beneficios sin importar las consecuencias en los otros.

 

Análisis psicológico-social

Al reflexionar sobre las organizaciones o instituciones desde el contexto social, Raúl Medina (2014) advierte que las amistades son vínculos que, al ser vulnerables por la competencia y el acceso a mejores oportunidades, resultan proclives a engaños y traiciones. Las confesiones o los datos que comparten las personas como parte de su vida pueden ser utilizados como explicaciones de su comportamiento en sentido negativo o como mecanismos para resaltar las fallas y errores en el otro o la otra. Por tanto, sugiere que al compartir experiencias de vida se tenga cierto criterio profesional, no necesariamente basado en la suspicacia, sino en la prudencia (esto no implica la ausencia de amistades valiosas en el trabajo).

A partir del mismo análisis social, podemos tomar como referencia el concepto de la política del escándalo (Castells 2013), que tiene lugar cuando dos personas del mismo partido o de partidos contrincantes al estar en competencia, suelen mostrar información que genera una imagen negativa de su adversario. Llega a ser tan fuerte la disputa que el logro de un proyecto de nación se quiebra, pierde fuerza la propuesta político-social y en ocasiones se llega a mentir o engañar para lograr los objetivos o intereses del partido o grupo.

Por último, en este mismo análisis de grandes grupos humanos, podemos brindar un ejemplo a nivel de mercado. Las empresas buscan generar una impresión de sus productos añadiendo aspectos importantes no necesariamente relacionados con las ventajas reales; engañan a la gente y traicionan la confianza que se tiene en su empresa. Por ejemplo, las compañías refresqueras, no hablan de la cantidad de azúcar que contienen sus bebidas, pero si señalan la “frescura” que hay al consumirlas[2].

Desde el aspecto social, el normalizar estás dinámicas se puede relacionar con la ruptura del tejido social o los vínculos cercanos por querer alcanzar “mejores condiciones de vida”.

Con estos ejemplos resulta evidente cómo se puede confundir el engaño y la traición como un aspecto necesario para el éxito o cómo un medio para la supervivencia desde las creencias y dinámicas de interacción a gran escala de la convivencia humana. Sin embargo, esta misma dinámica se puede dar a diferentes edades y en diversos contextos.

Pautas familiares-personales

En la infancia y en la adolescencia es posible observar cómo operan las dinámicas de engaño y traición. Por ejemplo, cuando el niño comete un error o sabe alguna información y los papás le piden que no le diga a la pareja o al abuelo o abuela, porque se puede enojar. O en la adolescencia cuando los alumnos confiesan alguna experiencia personal que les causa vergüenza o temor y se usa para burlarse del otro, o también cuando se quiere la aceptación dentro del grupo y suelen hablar mal de un amigo o amiga para lograr ser aceptados.

Si observamos estos casos, la negativa a hablar de lo que sucede o la traición a la confianza aparecen recomendables e, incluso, una condición para la adaptación. Con el tiempo esas actitudes, cuando se establecen desde las principales figuras de apego en la niñez, favorecen la construcción de una experiencia ajena a las motivaciones o necesidades de la persona, la atención se centra en ajustarse a los demás y se alejan de las emociones.

Este funcionamiento puede ser tan común, que las personas al negar su experiencia personal se pierden de la información relevante que permitiría entender su mundo de una manera más compleja y completa (Semerari 2001[3]). En el fondo, este comportamiento se alimenta de la idea de que aceptar esos datos los deja en riesgo de ser rechazados por sus relaciones más significativas, se pudieran encontrar con una imagen adversa de sí mismos y vivir angustia o ansiedad (sufrimiento psicológico).

Entonces, el hecho de que el engaño y la traición son experiencias comunes no necesariamente significa que sean positivos. La noción ética es importante, no sólo las prácticas usuales. Pensar en si es bueno para uno mismo, para los demás y en general para el mundo pudiera ser un parámetro. Hay ocasiones que no es tan sencillo, aun así, podemos abonar a la reflexión de los principios de nuestro comportamiento, adaptar nuestros principios morales y generar una mejor relación con nosotros mismos y con los demás, en un diálogo constructivo.

La falta de una reflexión ética ante estas dinámicas normalizadas, la podemos notar en las personas que replican sistemas morales sin recurrir a una reflexión de su contexto. Puede ser que alguien exitoso en lo económico usualmente siga patrones sin hacer pausa en la motivación de fondo que conlleva. El jesuita James Martin[4] se da cuenta de esto y reajusta su sistema de valores para tener una vida más cercana a la experiencia humana y no sólo basada en la imagen y comodidades. Le generaba cierto desagrado la presión que existía cuando ingresaba a un trabajo en una empresa exitosa (debía cumplir con lo requerido del puesto, así como un perfil y nivel de gasto). Como consecuencia de este disentir de su medio social, confirmó su vocación por una elección de vida auténtica, centrada en el desarrollo humano y espiritual (en su caso es la vida religiosa; existen un sin número de otras opciones también valiosas que integran lo humano, espiritual y material).

Hay personas que suelen negar estas condiciones a pesar de su ineficacia con respecto a dar respuesta del sentido de la vida, no hacen una pausa para evaluar si sus decisiones y su contexto responden a lo que verdaderamente necesitan. Cuando vienen crisis personales, algunos logran relativizar esta búsqueda de riqueza y comodidades, otros a pesar de estas cuestiones luchan por mantener este estilo de vida[5]. Otros tantos cuidan este aspecto como una ilusión a pesar de que les cueste relaciones o experiencias de sufrimiento consigo mismos y con los demás (mucho tiempo en el trabajo, poco tiempo con los hijos y familia, estrés, enfermedades, etc.)

Una propuesta para la psicoterapia

Como terapeutas no basta con facilitar la reflexión ética relacionada con los modos o medios utilizados para lograr la satisfacción en la vida, donde pueden caber la traición y el engaño en diferentes dimensiones; muchas veces las personas que consultan ya los notan. Habrá que ayudar, además, a que puedan integrar los diferentes contenidos de su experiencia a sus creencias o esquemas para entender su mundo y que las puedan actualizar sin juzgarse, con una actitud compasiva. También habrá que respetar su miedo o su coraje al verse confrontados con la realidad y dialogar de aspectos de su vida que parecían olvidados. Además, la relación terapéutica sólida ayudará a que esta experiencia emocional negativa o rígida ante la realidad se pueda dialogar y buscar nuevos patrones de salud mental[6].

Como ya se ha mencionado, el engaño y la traición son una práctica que tiene dinámicas sociales normalizadas que se van sosteniendo de una ilusión a un estilo de vida y el miedo al rechazo o a la posibilidad de encontrarse con una realidad personal adversa o contraria a las expectativas de otros, deriva en prácticas poco satisfactorias (por ejemplo una persona que se dedica al comercio cuando quisiera ser historiador). El cuidado de la imagen se vuelve una demanda y un deber que complica la relación de la persona consigo misma y en la familia impide tener una relación o una comunicación clara donde se puedan definir las necesidades de los integrantes.

En la psicoterapia conjunta, esta reflexión sobre las verdaderas motivaciones de los integrantes de un sistema puede evitar mantener el engaño y la traición como pautas rígidas que limitan el dialogo y el sentir y se puede reestructurar el propósito de vida familiar. Probablemente las rutinas sigan igual, pero en los momentos de encuentro, los miembros de la familia podrán tener más apertura para establecer una convivencia auténtica que construya identidades más adaptativas, relaciones nutricias donde se pueda compartir el afecto y valorar las capacidades de los integrantes, donde puedan resolver los conflictos de manera abierta y asertiva, y en general tener ambientes que permitan que las personas tengan mayor capacidad de vivir con satisfacción y plenitud.

 

 


Germán Ríos Morfín, es psicólogo y terapeuta familiar, actualmente se desempeña como coordinador académico en el bachillerato Pedro Arrupe, docente en la Universidad Marista de Guadalajara y terapeuta clínico. Para conocer más su trabajo: Supervisión de la práctica en psicoterapia

 

Fuentes 

Castells, M (2012), “Comunicación y Poder”, México: Siglo XXI      

James Martin, Más en las obras que en las palabras. Bilbao: Ed Mensajero.

Laso, E. (2015). Terapia familiar en clave emocional,1: Breve revisión histórica. Revista Eléctrónica de Psicología de Iztacala, 18(2), Revistas UNAM. http://revistas.unam.mx/index.php/repi/article/view/50783

Medina, R. (2004). Cambios modestos, grandes revoluciones. Guadalajara: Ed. Red Américas

Medina, R (2013), Intervención sistémica en organizaciones. Comunicación personal. Zapopan, Jalisco.

Multimedios. (2020, 12 agosto). Estos son los primeros productos con el nuevo etiquetado en México. Milenio. https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/nuevo-etiquetado-estos-son-los-primeros-productos-nom-051

Organización Mundial de la Salud. (s. f.). Reducir el consumo de bebidas azucaradas para reducir el riesgo de sobrepeso y obesidad infantil. Recuperado 20 de enero de 2021, de https://www.who.int/elena/titles/ssbs_childhood_obesity/es/

Real Academia Española. (s. f.). Definición engaño. Recuperado 20 de enero de 2021, de https://dle.rae.es/enga%C3%B1o

Real Academia Española. (s. f.). Definición traición. Recuperado 20 de enero de 2021, de https://dle.rae.es/enga%C3%B1o

Semerari, A (2002), “Historia, teoría y técnicas de la psicoterapia cognitiva”, Barcelona: Paidós.



[1] La obediencia sin reflexión ética está más relacionada con un sistema rígido que puede generar comportamientos sintomáticos en las familias.

[2] Esta situación del exceso de azúcares en refrescos se ha explicado desde hace varios años y no sólo ahora que se acordó etiquetar los productos en México hablamos de ello (Multimedios 2020). La OMS (s.f.) respecto a la salud infantil recomienda el consumo medido de estos productos.

[3] Menciona esta limitante como parte de una personalidad neurótica. La persona cuida mantener sus creencias y modos de vida y, al tener información contraría lo niega o actúa de manera agresiva para eliminar la contrariedad.

[4] Reflexiona al respecto antes de entrar a la compañía de Jesús, una congregación religiosa católica que es reconocida por su interés en su formación académica y social y sobre todo por sus ejercicios espirituales.

[5] Esteban Laso (2014) en su propuesta de terapia familiar en clave emocional insiste en ser conscientes de lo que necesitamos y no solo seguir las dinámicas del deber que nos imponen.

[6] La terapia familiar en clave emocional describe la importancia de hablar de los temas no dichos que están presentes en la conversación y se señalan a través del clima emocional (Laso 2014)

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