El engaño normalizado y su relación con problemas psicológicos
por Germán
Ríos Morfín*
Esta
entrada tiene relación con otras anteriores (Perspectiva relacional de la depresión y herramientas sistémicas ante el covid-19) ya que se centra en la reflexión
sobre nuestro contexto social y la construcción de la identidad como parte
relevante en la psicoterapia. Trataré, en esta ocasión, sobre algunas ideas acerca de la dinámica social del engaño y la traición. Subrayaré
el tema como parte de una pauta personal que en apariencia es normal y además
recomendable, pero que en realidad conlleva consecuencias sintomatológicas o
conflictivas. Además, daré algunos ejemplos y mencionaré su relación con el
miedo al rechazo, al encuentro con una imagen negativa de sí mimo o de poca
empatía con los otros, y con el paso del tiempo, la limitación que genera en
nuestro desarrollo pleno e íntegro.
Para
empezar, tomaré la definición de engaño de la RAE, que lo refiere como:
“falta de verdad en lo que se dice, hace, cree, piensa o discurre” y de la
misma fuente, la definición de traición que lo refiere como “falta que se
comete quebrantando la fidelidad o lealtad que se debe guardar o tener”.
Cuando
hablemos de la traición y el engaño nos referiremos a las situaciones
en las cuales una(s) persona(s) niega un hecho o realiza actos que van en
contra de alguien con el que se percibe un vínculo. En ocasiones, estas
acciones van acompañadas de una justificación donde se intenta explicar por qué
la falta de apoyo o el “ataque” a la persona, cuando se percibía una relación importante.
Cabe aclarar que no todo conflicto o diferencia en las formas de pensar es una
traición o engaño, en ocasiones el disentir es parte de una dinámica importante
en las relaciones humanas[1], lo que aquí se quiere
subrayar es la idea de la ausencia de reflexión ética, el acto de romper con
los compromisos o transgredir el respeto a la dignidad por buscar comodidades,
por mantener creencias rígidas (ideologías) o por querer tener privilegios y
beneficios sin importar las consecuencias en los otros.
Análisis
psicológico-social
Al
reflexionar sobre las organizaciones o instituciones desde el contexto social, Raúl
Medina (2014) advierte que las amistades son vínculos que, al ser vulnerables por
la competencia y el acceso a mejores oportunidades, resultan proclives a engaños
y traiciones. Las confesiones o los datos que comparten las personas como parte
de su vida pueden ser utilizados como explicaciones de su comportamiento en
sentido negativo o como mecanismos para resaltar las fallas y errores en el
otro o la otra. Por tanto, sugiere que al compartir experiencias de vida se
tenga cierto criterio profesional, no necesariamente basado en la suspicacia,
sino en la prudencia (esto no implica la ausencia de amistades valiosas en el
trabajo).
A
partir del mismo análisis social, podemos tomar como referencia el concepto de
la política del escándalo (Castells 2013), que tiene lugar cuando dos
personas del mismo partido o de partidos contrincantes al estar en competencia,
suelen mostrar información que genera una imagen negativa de su adversario.
Llega a ser tan fuerte la disputa que el logro de un proyecto de nación se
quiebra, pierde fuerza la propuesta político-social y en ocasiones se llega a
mentir o engañar para lograr los objetivos o intereses del partido o grupo.
Por
último, en este mismo análisis de grandes grupos humanos, podemos brindar un
ejemplo a nivel de mercado. Las empresas buscan generar una impresión de sus
productos añadiendo aspectos importantes no necesariamente relacionados con las
ventajas reales; engañan a la gente y traicionan la confianza que se tiene en
su empresa. Por ejemplo, las compañías refresqueras, no hablan de la cantidad
de azúcar que contienen sus bebidas, pero si señalan la “frescura” que hay al
consumirlas[2].
Desde
el aspecto social, el normalizar estás dinámicas se puede relacionar con la
ruptura del tejido social o los vínculos cercanos por querer alcanzar “mejores
condiciones de vida”.
Con
estos ejemplos resulta evidente cómo se puede confundir el engaño y la traición
como un aspecto necesario para el éxito o cómo un medio para la supervivencia
desde las creencias y dinámicas de interacción a gran escala de la convivencia
humana. Sin embargo, esta misma dinámica se puede dar a diferentes edades y en
diversos contextos.
Pautas familiares-personales
En
la infancia y en la adolescencia es posible observar cómo operan las dinámicas
de engaño y traición. Por ejemplo, cuando el niño comete un error o sabe alguna
información y los papás le piden que no le diga a la pareja o al abuelo o
abuela, porque se puede enojar. O en la adolescencia cuando los alumnos confiesan
alguna experiencia personal que les causa vergüenza o temor y se usa para
burlarse del otro, o también cuando se quiere la aceptación dentro del grupo y
suelen hablar mal de un amigo o amiga para lograr ser aceptados.
Si
observamos estos casos, la negativa a hablar de lo que sucede o la traición a
la confianza aparecen recomendables e, incluso, una condición para la
adaptación. Con el tiempo esas actitudes, cuando se establecen desde las principales
figuras de apego en la niñez, favorecen la construcción de una experiencia ajena
a las motivaciones o necesidades de la persona, la atención se centra en
ajustarse a los demás y se alejan de las emociones.
Este
funcionamiento puede ser tan común, que las personas al negar su experiencia
personal se pierden de la información relevante que permitiría entender su
mundo de una manera más compleja y completa (Semerari 2001[3]). En el fondo, este
comportamiento se alimenta de la idea de que aceptar esos datos los deja en
riesgo de ser rechazados por sus relaciones más significativas, se pudieran
encontrar con una imagen adversa de sí mismos y vivir angustia o ansiedad (sufrimiento
psicológico).
Entonces,
el hecho de que el engaño y la traición son experiencias comunes no
necesariamente significa que sean positivos. La noción ética es importante, no
sólo las prácticas usuales. Pensar en si es bueno para uno mismo, para los
demás y en general para el mundo pudiera ser un parámetro. Hay ocasiones que no
es tan sencillo, aun así, podemos abonar a la reflexión de los principios de
nuestro comportamiento, adaptar nuestros principios morales y generar una mejor
relación con nosotros mismos y con los demás, en un diálogo constructivo.
La
falta de una reflexión ética ante estas dinámicas normalizadas, la podemos
notar en las personas que replican sistemas morales sin recurrir a una
reflexión de su contexto. Puede ser que alguien exitoso en lo económico usualmente
siga patrones sin hacer pausa en la motivación de fondo que conlleva. El
jesuita James Martin[4] se da cuenta de esto y
reajusta su sistema de valores para tener una vida más cercana a la experiencia
humana y no sólo basada en la imagen y comodidades. Le generaba cierto desagrado
la presión que existía cuando ingresaba a un trabajo en una empresa exitosa (debía
cumplir con lo requerido del puesto, así como un perfil y nivel de gasto). Como
consecuencia de este disentir de su medio social, confirmó su vocación por
una elección de vida auténtica, centrada en el desarrollo humano y espiritual
(en su caso es la vida religiosa; existen un sin número de otras opciones
también valiosas que integran lo humano, espiritual y material).
Hay
personas que suelen negar estas condiciones a pesar de su ineficacia con respecto a dar respuesta del sentido de la vida, no hacen una pausa para evaluar si sus
decisiones y su contexto responden a lo que verdaderamente necesitan. Cuando
vienen crisis personales, algunos logran relativizar esta búsqueda de riqueza y
comodidades, otros a pesar de estas cuestiones luchan por mantener este estilo
de vida[5]. Otros tantos cuidan este
aspecto como una ilusión a pesar de que les cueste relaciones o experiencias de
sufrimiento consigo mismos y con los demás (mucho tiempo en el trabajo, poco
tiempo con los hijos y familia, estrés, enfermedades, etc.)
Una
propuesta para la psicoterapia
Como
terapeutas no basta con facilitar la reflexión ética relacionada con los modos
o medios utilizados para lograr la satisfacción en la vida, donde pueden caber
la traición y el engaño en diferentes dimensiones; muchas veces las personas que
consultan ya los notan. Habrá que ayudar, además, a que puedan integrar los
diferentes contenidos de su experiencia a sus creencias o esquemas para
entender su mundo y que las puedan actualizar sin juzgarse, con una actitud
compasiva. También habrá que respetar su miedo o su coraje al verse
confrontados con la realidad y dialogar de aspectos de su vida que parecían
olvidados. Además, la relación terapéutica sólida ayudará a que esta experiencia
emocional negativa o rígida ante la realidad se pueda dialogar y buscar nuevos
patrones de salud mental[6].
Como
ya se ha mencionado, el engaño y la traición son una práctica que tiene
dinámicas sociales normalizadas que se van sosteniendo de una ilusión a un
estilo de vida y el miedo al rechazo o a la posibilidad de encontrarse con una
realidad personal adversa o contraria a las expectativas de otros, deriva en
prácticas poco satisfactorias (por ejemplo una persona que se dedica al comercio cuando quisiera ser historiador). El cuidado de la imagen se vuelve una demanda y un deber
que complica la relación de la persona consigo misma y en la familia impide tener
una relación o una comunicación clara donde se puedan definir las necesidades
de los integrantes.
En
la psicoterapia conjunta, esta reflexión sobre las verdaderas motivaciones de
los integrantes de un sistema puede evitar mantener el engaño y la traición
como pautas rígidas que limitan el dialogo y el sentir y se puede reestructurar
el propósito de vida familiar. Probablemente las rutinas sigan igual, pero en
los momentos de encuentro, los miembros de la familia podrán tener más apertura
para establecer una convivencia auténtica que construya identidades más adaptativas,
relaciones nutricias donde se pueda compartir el afecto y valorar las capacidades
de los integrantes, donde puedan resolver los conflictos de manera abierta y
asertiva, y en general tener ambientes que permitan que las personas tengan mayor
capacidad de vivir con satisfacción y plenitud.
Germán
Ríos Morfín, es psicólogo y terapeuta familiar, actualmente se desempeña como
coordinador académico en el bachillerato Pedro Arrupe, docente en la
Universidad Marista de Guadalajara y terapeuta clínico. Para conocer más su
trabajo: Supervisión
de la práctica en psicoterapia
Fuentes
Castells, M
(2012), “Comunicación y Poder”, México: Siglo XXI
James Martin,
Más en las obras que en las palabras. Bilbao: Ed Mensajero.
Laso, E. (2015). Terapia familiar en
clave emocional,1: Breve revisión histórica. Revista Eléctrónica de
Psicología de Iztacala, 18(2), Revistas UNAM.
http://revistas.unam.mx/index.php/repi/article/view/50783
Medina, R.
(2004). Cambios modestos, grandes revoluciones. Guadalajara: Ed. Red Américas
Medina, R (2013),
Intervención sistémica en organizaciones. Comunicación personal. Zapopan,
Jalisco.
Multimedios. (2020, 12 agosto). Estos
son los primeros productos con el nuevo etiquetado en México. Milenio.
https://www.milenio.com/ciencia-y-salud/nuevo-etiquetado-estos-son-los-primeros-productos-nom-051
Organización Mundial de la Salud. (s.
f.). Reducir el consumo de bebidas azucaradas para reducir el riesgo de
sobrepeso y obesidad infantil. Recuperado 20 de enero de 2021, de
https://www.who.int/elena/titles/ssbs_childhood_obesity/es/
Real Academia Española. (s. f.). Definición
engaño. Recuperado 20 de enero de 2021, de https://dle.rae.es/enga%C3%B1o
Real Academia Española. (s. f.). Definición
traición. Recuperado 20 de enero de 2021, de https://dle.rae.es/enga%C3%B1o
Semerari, A
(2002), “Historia, teoría y técnicas de la psicoterapia cognitiva”, Barcelona:
Paidós.
[1] La
obediencia sin reflexión ética está más relacionada con un sistema rígido que
puede generar comportamientos sintomáticos en las familias.
[2]
Esta situación del exceso de azúcares en refrescos se ha explicado desde hace
varios años y no sólo ahora que se acordó etiquetar los productos en México
hablamos de ello (Multimedios 2020). La OMS (s.f.) respecto a la salud infantil
recomienda el consumo medido de estos productos.
[3]
Menciona esta limitante como parte de una personalidad neurótica. La persona
cuida mantener sus creencias y modos de vida y, al tener información contraría
lo niega o actúa de manera agresiva para eliminar la contrariedad.
[4] Reflexiona al respecto antes de
entrar a la compañía de Jesús, una congregación religiosa católica que es
reconocida por su interés en su formación académica y social y sobre todo por
sus ejercicios espirituales.
[5]
Esteban Laso (2014) en su propuesta de terapia familiar en clave emocional
insiste en ser conscientes de lo que necesitamos y no solo seguir las dinámicas
del deber que nos imponen.
[6] La
terapia familiar en clave emocional describe la importancia de hablar de los
temas no dichos que están presentes en la conversación y se señalan a través
del clima emocional (Laso 2014)
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