jueves, 30 de diciembre de 2021

Especial de fin de año: Balance del 2021 de Las palabras tienen magia

 


El 2021 fue un año enmarcado por los efectos de la contingencia sanitaria por el COVID-19. La pandemia por COVID-19 ha marcado un periodo de crisis para muchas personas, ha generado miedo, angustia y malestar emocional.  Fue, ciertamente, un año de cambios y de muchos retos. De frente a un escenario crítico, que desafía nuestras habituales maneras de proceder, surge la necesidad de acompañar a nuestros consultantes de la mejor manera posible. Por ello, hoy más que nunca, desde nuestra trinchera, se hace necesaria la reflexión sobre la práctica de la psicoterapia y de otras herramientas de intervención sistémica que hagan frente a la crisis de salud mundial.

  

En Las palabras tienen magia  queremos compartir con ustedes nuestro balance de los mejores momentos de este año mediante la compilación de entradas del 2021.

 

Agradecemos a todas las personas que con su esfuerzo hacen posible este espacio de divulgación y les deseamos un próspero año 2022.

 

Recursos

 

Habilidades para niños: un método para ayudar a los niños y sus familias a superar los problemas  ver

  

El autocuidado del terapeuta: Cómo identificar el desgaste profesional e intervenir  ver

 

Duelo complicado: pautas para un acompañamiento centrado en soluciones en familias que afrontan pérdidas.  ver

 

Ejercicios para el aprendizaje de las técnicas de la Terapia Breve Sistémica ½  ver

 

Ejercicios para el aprendizaje de las técnicas de la Terapia Breve Sistémica 2/2  ver


Manual de actividades lúdicas en terapia breve centrada en soluciones  ver


Guía de uso de la comunicación en Terapia Breve Sistémica  ver

 

Terapia breve sistémica con adolescentes  ver

  

Videos

 

Conversaciones sobre Terapia Sistémica: Paradoja y contraparadoja (videos 21) ver

 

Conversaciones sobre Terapia Sistémica: Paradoja y contraparadoja (video 22)  ver

 

Curso de terapia sistémica: Módulo “Paradoja y contraparadoja” del Modelo de Milán  ver

 

Conversaciones sobre Terapia Sistémica: Técnicas de Terapia Familiar (1)  ver

 

Homenaje a Salvador Minuchin: dos videos  ver

 

Conversaciones sobre Terapia Sistémica: Técnicas de Terapia Familiar (2)  ver

 

Conversaciones sobre terapia sistémica: Técnicas de Terapia Familiar (3)  ver

 

Conversaciones sobre terapia sistémica: Técnicas de terapia familiar (4)  ver

 

Conversaciones sobre terapia sistémica: Técnicas de terapia familiar (5)  ver

 

Conversaciones sobre terapia sistémica: Técnicas de terapia familiar (6)  ver

 

Conversaciones sobre terapia sistémica: Técnicas de terapia familiar (7.1)  ver

  

Eventos

 

Eventos de enfoques sistémicos y narrativos en la perla tapatía (primer semestre)  ver

 

Entrenamiento en Terapia Breve Sistémica 2021 ver

 

Eventos de la semana de Oxigene 2021 ver


Terapia Narrativa en Guadalajara ver


De la Semana de la Salud Mental 2021  ver

 

Encuentro "Conectando futuros preferidos para nuestros pueblos"  ver

  

Colaboraciones

 

El engaño normalizado y su relación con problemas psicológicos (Germán Ríos)  ver

 

Prácticas narrativas aplicadas a problemas infantiles (Luisfernando Domínguez)

ver

 

Relación entre espiritualidad, sanación y psicoterapia  ver

 



viernes, 24 de diciembre de 2021

Relación entre espiritualidad, sanación y psicoterapia

 


RELACIÓN ENTRE ESPIRITUALIDAD, SANACIÓN Y PSICOTERAPIA.

Germán Ríos Morfín*

 

            La psicoterapia se nutre de la reflexión y trabajo científico – filosófico y profesional del contexto y la época donde se crean los síntomas. Desde esta noción no solo tenemos depresiones o problemas alimenticios sino dinámicas sociales, económicas e inclusive religiosas y espirituales que lo sostienen (Medina, 2004).

            Con relación a esto retomo la reflexión sobre la histeria como un problema de los inicios del psicoanálisis, en la época victoriana, donde la religión cristiana desde la línea anglicana tenía un crecimiento significativo (sobre todo en Inglaterra). Al mismo tiempo se notaban algunas problemáticas como las que encontró Freud donde la sexualidad, relacionada con la culpa (probablemente basada en el orden moral religioso mal entendido) generaba malestar psicológico (Randall, 1980).

            La ciencia empezó a tomar más peso en el pensamiento y las creencias religiosas pasaron a segundo plano. Esto ha ido avanzando y en la época actual, el conocimiento sistematizado ha ido replanteando muchos de los paradigmas de vida que antes se daban por sentado (Navarro et al., 2019). Como ejemplo, una de las teorías más polémicas y relevantes fue la evolucionista a partir de Darwin y Wallace (Randall 1980).

            Ahora el péndulo parece que va hacía el otro lado, se ha valorado de sobremanera la capacidad racional y se deja la posibilidad de la construcción simbólica y sensible, se limita la explicación del mundo a las condiciones físicas o materiales. Estamos ante las sociedades del conocimiento donde las nociones míticas pierden relevancia frente a los datos estadísticos (a pesar de que las correlaciones pueden llegar a tener poco sentido o una referencia inhumana como los logaritmos programados en las redes sociales) (Navarro et al., 2019).

            Esto no ha acabado de ser la solución y temas como “el enfrentarse a la muerte” o “el sentido de vida” no se responden solo con métodos o protocolos. Al querer responder o darles solución práctica o racional generan reacciones ansiógenas, ya sea ante el futuro o la ambigüedad de aquello irresoluble y que nos hace proclives a consumir placer en diferentes productos o experiencias para acabar con esa incertidumbre.

            En este escenario el misticismo[1] cobra relevancia y las experiencias y conocimiento de las tradiciones espirituales y ancestrales se han vuelto cada vez más una respuesta a esas preguntas sobre el sentido de la vida, de la existencia o el conocimiento de la muerte.

            Es por esto último que es importante reflexionar y ubicar como las tradiciones de las culturas indígenas, la búsqueda en la historia de los hechos religiosos, retomar la lectura de los libros sagrados, meditaciones y diferentes experiencias espirituales son determinantes en la reflexión sobre los procesos de vida de las personas y por ende en la psicoterapia.

            Incluir la reflexión de los practicantes de la psicoterapia en sus diferentes técnicas o teorías este conocimiento o búsquedas personales es necesario para saber acompañar en aquellos casos que lo requieran. Poder tener en cuenta que son dinámicas validas en un lenguaje diferente al científico nos permite incluirlo en las narraciones de cambio o en los recursos con los que cuenta el consultante, así como el terapeuta; permite crear conversaciones de lo no dicho para mostrarlo y acompañar en uno de los niveles más complejos de la experiencia humana.

 

Procesos de psicoterapia y sanación

 

            Las tradiciones chamánicas basadas en las culturas indígenas tienen un uso constructivo y también un uso destructivo al traducirse a la sociedad occidental. En ocasiones se simplifican o se desligan de sus orígenes. En otras tantas situaciones se vuelven experiencias personales que se alejan de una introspección profunda y se genera un negocio a partir de la espiritualidad[2] (Grinberg-Zylberbaum, 1994).

            Los cantos y enseñanzas del Tata Rubén y la Madrina Paulina, en conjunto con la tradición del Santo Daime, repiten una y otra vez que tengamos cuidado de estas dinámicas sociales. No descalifican los modos del occidente y tampoco obligan a una transformación a las comunidades indígenas. Su invitación es a ser conscientes de nuestra condición de seres humanos, de vernos más allá de las dinámicas materiales o sociales y tener la humildad de entendernos desde el misterio de la vida.

            Esto último en términos psicoterapéuticos pudiera decirse que es la evolución que se ha alcanzado donde el terapeuta es experto en las dinámicas estudiadas sobre el comportamiento humano que genera síntomas y el paciente lo es en su vida. Se queda abierta la posibilidad de cambios que no solo dependen de las “buenas intervenciones” sino que la misma persona puede ir encontrando respuestas o desde otro punto de vista, al tener la seguridad y el espacio para hablar de sí e ir generando una nueva relación con su realidad, descubra nuevos derroteros en el desarrollo personal.

 

Definición del problema desde la psicoterapia

            En el espacio psicoterapéutico las personas llegan buscando métodos que les alivien del dolor o el problema como si fuera una demanda médica o de derecho (Villegas S/N), no ubican el proceso social y en menor medida las condiciones sobre su construcción simbólica o espiritual del problema.

            Con relación a las problemáticas no resueltas por el enfoque médico psiquiátrico u otros métodos psicoterapéuticos, vinculadas a temas trascendentales, como la muerte o el sentido de la vida, suelen enfocarse en síntomas (depresión, ansiedad, adicciones) y dejan de lado las condiciones existenciales.

            Parte del reto en este contexto es pasar estos malestares a un lenguaje ávido de símbolos o simbolizaciones desde el consultante, que permitan ordenar la experiencia o describir la dinámica social que fortalece la queja y no limitarla a malestares corporales. Los mitos y creencias toman un peso significativo.

            En una primera instancia los mitos familiares construyen historias relatadas que se afianzan en la identidad y se normalizan. También en este mismo sentido se niegan ciertas experiencias y se eligen las más similares sin tener una noción de porque se está llevando a cabo este proceso. Las creencias o la mitología familiar mantienen el problema y si son trabajadas y entendidas, también pueden permitirnos construir nuevos caminos.

            La problemática familiar tiene un sentido social y existencial, y en esta misma línea las tradiciones espirituales pueden construir escenarios más armónicos y a la vez facilitar consciencia sobre el problema que se vive, para que se pueda elegir algo mejor.

            Como ejemplo de esta relación entre el trabajo religioso – espiritual y el crecimiento personal, los jesuitas[3] han propuesto el silencio (a partir de su práctica en la dinámica de los Ejercicios Espirituales), para poder hacer una pausa ante estos pesares de la existencia o las dinámicas destructivas ante las que nos enfrentamos diariamente. (Martin, 2010)

            En otra cultura y práctica espiritual, los Wixaricas[4] trabajan con una tradición que data desde hace 8000 años. Para ellos consumir peyote[5], llevar sus cantos e ir a Wiricuta (desierto en San Luis Potosí) representa el lugar que es el centro de las razas, donde todos van a participar para convivir con un mundo en armonía.

 

Espiritualidad y psicoterapia

 

            Las tradiciones espirituales hablan de lo “inconsciente” y las “ilusiones” que tiene el mundo. Desde la espiritualidad ignaciana estas últimas son invitaciones a actuar, en un principio interesantes o placenteras, que su resultado deriva en un malestar y lo primero, el inconsciente, lo maneja como deseos desordenados, los cuales habrá que conocerlos y ordenarlos para lograr una vida plena. En otras tradiciones como la purépecha desde una línea actualizada, se habla de la ilusión como un contexto que confunde nuestros sentidos[6] y nos complica la elección aquello que nos lleva a la “luz” y lo inconsciente como aquellos impulsos que te llevan a buenas o malas decisiones pero que no puedes conocer si no te enfocas en ello.

            En este sentido algunos procesos psicoterapéuticos, algunas propuestas religiosas y las tradiciones indígenas se unen en una búsqueda de la verdad para una sanación[7]. No solo pretenden que la persona siga sin dolor o molestias, sino que se vaya apropiando de su experiencia en una relación auténtica con su mundo cercano.

            De esta manera, al hablar de transformación en la psicoterapia es importante que lo incluyamos dentro de tradiciones ancestrales que no dependen solo de la ciencia actual, sino que son prácticas de salud mental que se vienen practicando desde hace miles de años. En algunas culturas estos cambios se acompañan de un consumo de algún enteógeno (Labate & Bouso 2013), aunque no es una condición indispensable, también está el ayuno, la meditación, la oración o la lectura consciente de los libros de la tradición.

            Por otro lado, es importante diferenciar las tradiciones de modos religiosos que son sintomáticos o iatrogénicos. La línea es delgada y es importante tomar distancia de aquellas creencias que forman parte de cierta manipulación social (con las complejidades que se relacionan a ello), así como la ignorancia.

            También debemos cuidar que las sanaciones o búsquedas espirituales no generen superioridad moral. Cuando sucede esto, se debe al resultado de experiencias limitadas a un estado modificado de consciencia sin un aprendizaje o de la ignorancia de las personas con una necesidad de afecto o reconocimiento, mal canalizado, que genera actitudes discriminatorias.  

            Cuando se pueden dialogar las creencias en las sesiones en psicoterapia se favorece un espacio sagrado donde se puede recuperar la construcción valiosa y evitamos que los malestares psicológicos o síntomas psiquiátricos se mantengan (Gutiérrez 2014).

 

Conclusiones

 

            Esta época con avances significativos en la informática nos permite conocer mucho más de lo que nos imaginamos. Tenemos acceso a datos que nos revelan soluciones que antes nos hubieran tomado meses o años, inclusive se habla de que tal es el avance de la tecnología que algunos diagnósticos médicos se pudieran dar a través de sistemas computacionales.[8]

            Dentro de estas posibilidades también podemos abrirnos a nuevos modos de sanación que antes estaban hechos a un lado por su “invalidez” dentro de la comunidad científica o grupos políticos y religiosos que favorecían cierta ideología[9].

            Las respuestas ante los misterios se abren como una experiencia antes no imaginada donde las comunidades indígenas de américa nos dan respuestas “innovadoras”. Se reflexiona sobre una relación viva con lo trascendente y en hermandad con la naturaleza y otros seres humanos.

            De manera concreta, en la psicoterapia tener estas nociones o pensar en similitudes con los procesos chamánicos y espirituales favorece una actitud más cercana al misterio de la vida, del encuentro con el otro, no solo limitarnos a ver el sufrimiento como un problema mecánico o técnico a resolver.  

 


*Germán Ríos Morfín, es psicólogo y terapeuta familiar, actualmente se desempeña como coordinador académico en el bachillerato Pedro Arrupe, docente en la Universidad Marista de Guadalajara y terapeuta clínico. Para conocer más su trabajo: Supervisión de la práctica en psicoterapia

 

 

Referencias

 

Gutiérrez, J. C. (2014). Terapia familiar y espiritualidad. En R. Medina, E. Laso, & E. Hernández (Eds.), Pensamiento sistémico (pp. 147–169). Litteris psicología.


Grinberg-Zylberbaum, J. (1994). El sabor de la iluminación. Sirio.

James M (2011), “Más en las obras que en las palabras”. Bilbao: Ed Mensajero.

Labate, C. B., & Bouso, J. C. (2013). Ayahuasca y salud. la liebre de marzo.

Medina, R (2011), “Cambios modestos, grandes revoluciones. Terapia Familiar Critica”, México: Red Américas.

Navarro, J. A. R., Acosta, J. D. O., Soria, D. A. F., & Fuerte, J. A. (2019). Espiritualidad sin religión. Alianza Editorial.

Real Academia Española. (2021). Misticismo. Diccionario de la lengua española. Recuperado 16 de diciembre de 2021, de https://dle.rae.es/misticismo

Randall, J. L. (1980). La parapsicología y la naturaleza de la vida. Diana.

Villegas, M (S/N), “El análisis de la demanda. Una doble perspectiva, social y pragmática”. Recuperado de http://centroitaca.com/pdf/biblioteca/Demanda_03.pdf



[1] “Estado de la persona que se dedica mucho a Dios o a las cosas espirituales” (Real Academia Española, 2021)  

[2] El problema se centra en la charlatanería o en la manipulación de las personas. Hay quienes se dicen guías espirituales y lo que hacen es convencer a las personas de que el camino de la evolución personal y comunitaria es algo simple o que solo el consumo de la planta enteógena es en sí mismo el cambio en su vida.

[3] Congregación religiosa católica fundada por San Ignacio de Loyola en 1534. 

[4] Está idea se comparte en una conversación con Don José, “caballo pinto”. Camino al desierto explica porque es importante para la raza humana cuidar y asistir a este lugar.

[5] Las plantas enteógenas fue la forma como se llamó en los 60´s a las plantas que utilizaban los grupos indígenas para lograr estados modificados de consciencia (peyote, hongos alucinógenos, ayahuasca, entre otras).

[6] Desde el Santo Daime se reflexiona sobre el tema de la siguiente manera: “La ilusión es riqueza que no engrandece a nadie, antes lo que hace, es quitar el valor que la gente tiene”. Hinario Antonio Gómez 21.2

[7] Este comentario está tomado de una conversación al terminar una ceremonia el 8 de mayo en Choulula Puebla, con el Tata Keri Rubén Sánchez Zacapu y la madrina Paulina López Machado (2021)

[8] Dejo de lado la propuesta que tiene indicios fraudulentos de Elizabeth Holmes, que surge en EUA, sino que hago alusión a la verdadera capacidad de los sistemas que en un futuro nos permitan hacer diagnósticos certeros.

[9] Con esto no quisiera decir que los métodos de sanación alternativos u holísticos sean validos en sí mismos, sino que el conocimiento de las comunidades indígenas o de otras líneas de trabajo también puede ser válido bajo cierto estudio sistematizado.

Conversaciones sobre terapia sistémica: Técnicas de terapia familiar (7.1)

 


En esta entrada se presenta el primer video de la clase 7 del módulo de Técnicas de terapia familiar del curso de terapia sistémica del proyecto de formación continua del Equipo de Terapia Familiar Zoquipan. Se revisa el trabajo de Salvador Minuchin y su propuesta acerca de las estrategias de la técnica de la Esenificación.  Se recuerda al lector que las actividades formativas se pueden seguir en vivo desde Facebook.  Las reuniones son los miércoles alrededor de las 19:30 en la página de Conversaciones sobre terapia sistémica fb





martes, 30 de noviembre de 2021

Terapia breve sistémica con adolescentes

 


La adolescencia es un periodo de psicosis normal

Frank Pittman III

 

Hace pocos años, la adolescencia era una fase;

luego se convirtió en una profesión;

ahora es una nueva nacionalidad

Donald Barr

 

“¿Porqué no pueden ser perfectos

 como lo fuimos nosotros?

Cualquier papá, en cualquier época


Esta entrada pretende ser un acercamiento al modelo de terapia breve sistémica aplicada a problemáticas del adolescente. Se comienza por conceptualizar la adolescencia como un período de cambios tanto en el individuo como en su entorno y se describen los diversos conflictos que se presentan en el sistema paternofilial. Seguido a esto, se describe el modelo de terapia breve sistémica (sus influencias teóricas, su proceso y sus procedimientos técnicos) y los presupuestos básicos que orientan la práctica con el adolescente y su familia. Para finalizar, se presenta una propuesta articulada en cinco pautas de intervención que guían el trabajo clínico.

 

El adolescente

La OMS (organización mundial de la salud) define a la adolescencia como un periodo de crecimiento que se produce después de la niñez y antes de la edad adulta entre los 10 y 19 años. Es una etapa del ciclo vital caracterizada por la aparición de cambios físicos, psicológicos y sociales.

A nivel neurobiológico, el adolescente sufre una reorganización en su cerebro. Mientras unas áreas aumentan de tamaño, otras se reducen. En esta etapa el cerebro sigue perfeccionando sus capacidades cognitivas: aquellas habilidades que domina y sigue utilizando consolidaran redes neuronales; las habilidades que no practique no formarán redes, deshaciendo las uniones sinápticas en una especie de “poda neuronal”. 

Aunque con frecuencia se pinta a los adolescentes como apáticos, rebeldes e irrespetuosos de la autoridad, los estudios en psicología evolutiva se alejan de estos estereotipos y nos ofrecen una mirada más positiva de esta etapa del desarrollo. La siguiente tabla recoge los distintos desafíos evolutivos, conductas típicas y las señales de alarma en cada una de las fases en que se divide la adolescencia (Micucci, 2005)

 

Primera adolescencia (11 a 13 años)

 

Desafíos evolutivos

Conductas típicas

Indicadores de problemas

 

 

 

Adaptación a los cambios de la pubertad

 

Aprendizaje de nuevas capacidades cognitivas

 

Consolidación de un lugar dentro del grupo de pares

 

Manejo de expectativas sociales relacionadas con el género

 

 

Mayor atención a la apariencia física

Preocupación por el desarrollo normal de su cuerpo

Aumento de la capacidad de razonar en abstracto

Periodo transitorio de extrema cohibición

Idealismo

Falta de consideración de las reglas de seguridad

Importancia personal exagerada y creencia en que las experiencias propias son tan singulares que nadie puede comprenderlas

Mayor propensión a la discusión por pensamiento rígido

Intensa participación en el grupo de pares

Mayor atención a las diferencias entre roles de género masculino y femenino signos

 

 

 

Ocultamiento inusual y permanente de actividades sobre todo las que involucran a los pares

 

Permanente falta de cuidado de la higiene personal

 

Falta de relaciones amistosas y de interés por entablarlas

 

Buena relación con los adultos pero mala con los pares

 

Adolescencia media (14 a 16 años)

 

Desafíos evolutivos

Conductas típicas

Indicadores de problemas

 

 

 

Manejo de la sexualidad

 

Toma de decisiones morales

 

Desarrollo de nuevas relaciones con los pares

 

Equilibrio entre la autonomía y la responsabilidad ante los demás 

 

 

Mayor conciencia de las necesidades de los otros y mayor disposición a llegar acuerdos

En la toma de decisiones sobre el bien y el mal, menos hincapié en la obtención de recompensas tangibles y mayor interés en obtener la aprobación de los otros significativos

Aumento del interés y la curiosidad por el sexo

Cambios en las relaciones con los pares, formación de parejas

Mayor diferenciación respecto del grupo de pares

Mayor hincapié en la independencia y la libertad con respecto a las normas parentales

Mayor interés por definir la propia identidad, lo que incluye exploración experimentación en una variedad de aspectos

 

 

Muestra muchos rasgos típicos de la primera adolescencia

Preocupación excesiva por el sexo

Promiscuidad sexual Ansiedad inusual con respecto al sexo (se pone nervioso cuando discuten asuntos sexuales o declarar no estar interesado en el sexo)

Aparente ausencia de culpa cuando hace algo claramente incorrecto o qué lástima a otra persona

Poca variedad de actividades

inclinación excesiva a la soledad

Asociación exclusiva con sus pares evitación de la compañía de los adultos

 

 

 Última adolescencia (17 a 19 años)

 

Desafíos evolutivos

Conductas típicas

Indicadores de problemas

 

 

 

 

 

Consolidación de la identidad

 

Experimentación de la intimidad

 

Partida de la casa

 

La cantidad de opciones para el futuro comienza a reducirse

Aumento de la capacidad para la intimidad

Posible ruptura de los romances iniciados durante la escuela secundaria

Menos discusiones con los padres: los enfrentamientos relacionados con las reglas y la libertad disminuyen, pero en esta etapa los adolescentes esperan que los padres respeten sus decisiones y su individualidad.

Preparación para irse de la casa (por ejemplo, a la universidad, a un trabajo o a las fuerzas armadas)

 

 

Carencia de planes para el futuro y poco interés en elaborarlos

Continuidad o retorno del mal humor o la imprevisibilidad de la primera adolescencia

Falta de interés por salir con personas del sexo opuesto Negativa a hacer planes posteriores a la graduación e irritación cada vez que los padres aluden el tema

Deseo ingresar a la universidad pero sin dar los pasos necesarios para ello

 

 

La familia del adolescente

 

Para la familia, la llegada de los hijos a la adolescencia supone un importante reto. Frente a los cambios característicos de esta etapa los miembros de la familia ponen en marcha mecanismo de adaptación, de transformación de las interacciones y de las normas.

 

En este periodo, las relaciones entre padres e hijos se modifican significativamente en gran medida porque los adolescentes buscan cada vez más autonomía, independencia y control sobre sus vidas. Las interacciones con sus padres poco a poco se convierten en relaciones de tipo simétricas: las diferencias de poder desaparecen paulatinamente, se cuestiona la autoridad parental y se inaugura una búsqueda de relaciones fuera del hogar y de toma de decisiones con respecto a su propia vida. En este sentido, el reto de los padres consiste en mantener el vínculo afectivo con su hijo a la par de permitir que el adolescente configure una identidad acorde a los cambios biopsicosociales que está experimentando.

 

 Aunado a lo anterior, en la etapa de la adolescencia, son comunes los desacuerdos entre padres e hijos. Ambas partes ostentan diferentes intereses y deseos. Jiménez y Musitu (2007) consideran que los desacuerdos entre ellos “tienen mucho que ver con lo que unos se esperan de los otros, es decir, con las distintas interpretaciones que padres e hijos hacen al respecto a cómo los demás deberían pensar y comportarse. Estos autores distinguen tres principales tipos de desacuerdo entre padres e hijos adolescentes: 1) los relativos a esperar una mayor responsabilidad y autonomía del adolescente, 2) relativos a pensar que no es adecuado que el adolescente decida por sí mismo y 3) relativos a diferencias en gustos y preferencias.

 

Frente a estos conflictos las familias pueden echar mano de 2 recursos esenciales que permiten además de prevenir problemas entre padres e hijos adolescentes fomentar lazos afectivos y favorecer bienestar y ajuste emocional de los miembros del sistema:  a) La comunicación positiva y empática vs la ausencia de comunicación o la expresión hiriente y despectiva; b) El estilo democrático en las interacciones sociales y la resolución de conflictos.

 

Cómo se forman los problemas de la adolescencia.

 

Con frecuencia muchos problemas de comportamiento de los adolescentes se forman a partir de las respuestas y tentativas de solución que los adultos a cargo ponen en práctica. Cuando no son eficaces estás respuestas alimentan la dificultad y termina por convertirse en un verdadero problema si se presentan dos condiciones: a) la dificultad se afronta de un modo inadecuado y b) se aplica más de la misma solución, aunque no funciona.

De la primera condición, se explica que una dificultad se afronta inadecuadamente y por tanto se convierte en un problema cuando:

 

1)    No se actúa y sin embargo se debería de actuar. Los padres del adolescente niegan que el problema sea un problema que haya que resolver. Ejemplo de ello lo representa el afrontamiento del adulto que minimiza un problema relacionado con el abuso de sustancias o con un trastorno por déficit de atención.

 

2)     Se advierte una dificultad y se intenta remediarla cuando no se debería hacer. Ejemplo de ello son los intentos por resolver que el o la adolescente “no esté triste nunca”, “no se enoje” o “deje de tener miedo”

 

3)     La intervención que se intenta para buscar remediar un problema se efectúa en un nivel equivocado. Un ejemplo de esto lo representa el caso de un progenitor que no utiliza su autoridad, sino que espera que el adolescente haga espontáneamente sus deberes. Con frecuencia resulta paradójico el mensaje de “quiero que mi hijo lleve a cabo sus responsabilidades sin yo tener que pedírselo”

 

De la segunda condición, se advierte que, aunque los progenitores perciban que están llevando a cabo diversas alternativas de solución o que “ya lo han intentado todo”, con frecuencia estos intentos pertenecen a un mismo nivel lógico, por tanto que estarían aplicando más de lo mismo esperando resultados diferentes.

 

La Terapia Breve Sistémica (TBS)

 

La teoría de la comunicación humana desarrollada por Watzlawick y cols. (1968) constituye uno de los fundamentos del modelo de TBS. En esta obra se explica que debido a que es imposible no comunicarse ya que toda conducta es comunicación, todos los problemas se dan en un contexto de relación y, por ende, la unidad principal de análisis no es el individuo sino las interacciones con su entorno, es decir la comunicación.

 

Estos mismos autores (Watzlawick y cols.,1992) ofrecen un marco para entender la formación y persistencia de problemas humanos en su obra Cambio. Se parte del supuesto de que los problemas se generan y mantienen por los intentos de solución que han llevado a cabo las personas con el fin de resolverlo.

 

Además en el modelo de TBS se toma en cuenta que, de acuerdo con la visión constructivista, no existe una definición unívoca de salud y enfermedad. De esta forma se entiende que “Salud” y “patología” son etiquetas, que cambian según el momento de la observación y dependiendo de quién sea el observador.

 

Lo patológico según Nardone (2007) es aquello que determina sufrimiento en el paciente y/o en su red relacional. Tal sufrimiento se configura como la imposibilidad de acceder a comportamientos deseados: la persona no dispone de los recursos que forman parte del repertorio de comportamientos típicos de la especie humana.

 

Eve Lipchik (2004) integra a esta concepción constructivista una perspectiva biológica que incluye las emociones, comenta:

 

“Los seres humanos son únicos en lo concerniente a su herencia genética y su desarrollo social. Su capacidad de cambiar está determinada por estos factores y por sus interacciones con los demás. Los problemas son situaciones de la vida actual experimentados como insatisfacción emocional con uno mismo y en relación con los otros”

 

La estrategia principal de cambio en el modelo de TBS consiste en bloquear los Intentos de Solución Ineficaces (ISI) y aumentar los Patrones Interpersonales de Satisfactorios (PIP). Todo esto tomando en cuenta que cada cliente es único.

 

Otro supuesto fundamental en la TBS es el que se refiere a que sólo se necesita un pequeño cambio para iniciar la solución. Los terapeutas centrados en soluciones asumen la premisa de totalismo de la Teoría General de Sistemas (Bertalanffi, 1969) en el sentido de que “un cambio en algún elemento del sistema genera cambio en los demás elementos del sistema y en el sistema total”.

 

Desde este enfoque, también se simpatiza con la idea del efecto avalancha, efecto dominó o efecto mariposa que permite planear las intervenciones desde los recursos del propio cliente y valorar hasta el más pequeño de los cambios.

 

Para De Shazer (1988) el problema y la solución son dos categorías discontinuas y utiliza la metáfora de la llave y la cerradura para explicarlo. En sus términos, para abrir una puerta no es necesario tener una llave que se corresponda exactamente con la forma de la cerradura, sino que es suficiente con usar una ganzúa que abra el mecanismo.

 

En este sentido lo que para una persona puede ser una solución para otra con un problema similar no lo es. En una TBS se suelen construir soluciones o posibilidades a partir de las excepciones o de las expectativas que las personas tienen de sus vidas sin la presencia de las situaciones que les aquejan. Asumir este presupuesto ayuda a tomar atajos en el proceso y por ende acortar la terapia.

 

Para explicar cómo se consolidan las soluciones la TBS se apoya en la creencia de que las personas cuentan con los recursos necesarios para resolver sus dificultades. En la práctica de la TBS se suelen tener en cuenta los recientes estudios acerca de la resiliencia personal (Cyrulnik, 2013) y familiar (Walsh, 2007) que proporcionan información acerca de la capacidad que tienen personas y familias para hacer frente a las adversidades y salir fortalecidas de ellas.

 

Esta idea ayuda al clínico a tomar una postura de colaboración que permita evocar y ayudar a gestionar recursos y lados fuertes presentes. La terapia se convierte así en una consulta en donde el terapeuta ofrece ideas, propone nuevas visiones y acciones y el cliente decide tomarlas, rechazarlas o dejarlas en espera.

 

En el modelo de TBS el lenguaje representa el eje central de la terapia. El terapeuta centrado en soluciones concibe al lenguaje, en correspondencia con la posmodernidad, como el principal vehículo que da sentido a la realidad.

 

Desde esta perspectiva constructivista, la terapia resulta un proceso conversacional capaz de generar significados. Tarragona (2006) refiere que “la forma en la que pensamos y hablamos de nuestros problemas o dificultades puede contribuir a que nos hundamos más en ellos o podamos contemplar nuevas formas de verlos, de solucionarlos o transformarlos”

 

En otro orden de ideas, desde el modelo TBS se puede concebir la terapia como un método para resolver problemas. Haley (1990) aconseja centrarse en los problemas de la vida cotidiana y evitar orientar la entrevista a temas filosóficos o existenciales. Siguiendo está noción se adopta la perspectiva de una terapia centrada en el problema y su solución.

 

Las técnicas que se desarrollan en el modelo de la TBS proceden de 3 fuentes principales: a) el modelo interaccional del MRI, b) el modelo orientado a soluciones del grupo Milwaukee (considerada la columna vertebral del enfoque) y c) el modelo narrativo desarrollado por White y Epston.

 

Un ciclo sintomático.

 

Los síntomas del adolescente surgen en un contexto de aislamiento interpersonal caracterizado por la aceptación condicional y los intentos por controlar al otro. Micucci (2005) explica:

 

“…mientras los integrantes de la familia se empeñan en eliminar o controlar los síntomas, la preocupación que estos suscitan los lleva a pasar por alto otros aspectos importantes de la relación que mantienen entre sí. A medida que las relaciones familiares se deterioran, todos los integrantes, y en particular el adolescente sintomático, experimentan una sensación creciente de aislamiento”

 

La figura de abajo describe la escala de síntomas:



 

Cuando las familias tratan los síntomas del adolescente según los patrones rígidos descritos en este ciclo sintomático, sus integrantes sólo pueden apreciar sus lados negativos. Por ende, resultará complicado apreciar otras dimensiones de la persona y, al no estar disponible una diversidad de facetas, el desarrollo de cada uno de los integrantes se verá interrumpido.   

 

Premisas de una psicoterapia breve sistémica para adolescentes.

 

Se enumeran a continuación los presupuestos básicos (O´halon, 1990):

 

1)    Los adolescentes y sus familias tienen recursos y fortalezas para resolver sus quejas.

 

2)    El cambio no sólo es posible, es inevitable.

 

3)    El cometido del terapeuta es identificar y aumentar el cambio.

 

4)    No es necesario saber mucho sobre la queja para resolverla.

 

5)    No es necesario conocer la causa o la función de una queja para resolverla.

 

6)    Sólo es necesario un cambio pequeño para iniciar la solución.

 

7)    Los adolescentes y sus familias definen los objetivos.

 

8)    El cambio o la resolución de problemas se puede dar en un tiempo breve.

 

9)    No hay una única forma “correcta” de ver las cosas.

 

10)  Céntrate en lo que es posible y puede cambiarse.

 

Pautas de intervención

 

1)    Convocatoria

 

Es importante convocar el sistema familiar a la terapia. A continuación, se enlistan algunas sugerencias:

 

      Convocar a la mayoría de los elementos del sistema, luego administra las participaciones.

      Utilizar un estilo condicional: Presencia de ambos padres como requisito para la terapia.

      Si solo va uno, pedir autorización para llamar a los demás adultos implicados.

      Llamar al padre y explicar loa importancia de conocer su opinión para la atención del adolescente. En la sesión, elogiar, enfatizar lados fuertes y recursos, ventajas egoístas de eliminar el síntoma y desventajas de que se mantenga.

      Mandar una carta con elogios, ventajas y desventajas del síntoma e invitación al adulto implicado.

      En las sesiones, hacer presente a los que no van por medio de la entrevista. Ejemplo: Demos por caso que tu papá estuviera presente hoy, ¿Qué opinión tendría?

 

 

2)    Rastreo del problema:

 

              Patrón Interpersonal Problemático

 

Esta estrategia consiste en identificar los patrones que mantienen y a su vez son mantenidos por el problema del adolescente y su familia (sistemas de conductas y significados que se retroalimentan), (encadenamiento de estímulo y respuestas), (círculos viciosos) (secuencia problema o patrón interpersonal problemático) con el fin de perturbar o bloquear la secuencia de conductas en las que se inscribe el problema.

 

¿Pueden darme un ejemplo de la vez más reciente en donde se presentó el problema?

Emoción: ¿qué sintió?,

Cognición: ¿Qué pensó?

Conducta: ¿Qué hizo? y

Relación: ¿Qué efecto tuvo en los demás?, ¿Cómo reaccionaron los demás?

 

Una vez obtenida a descripción detallada se interviene:

 

a) Redefiniendo una parte de la secuencia para alterar su significado, o

b) Proponiendo una tarea (experimentos) que modifique alguna de las conductas implicadas en la secuencia.

 

               Intentos de solución

 

Esta técnica tiene como objetivo identificar intentos de solución fallidos (I.S.F.) que mantienen el problema con el fin de romper círculos viciosos, pidiendo a los clientes que hagan lo contrario a lo que venían haciendo.

 

 Algunas preguntas que facilitan recabar la información son:

 

De las cosas para enfrentarse al problema ¿Cuáles no funcionan?, ¿Cuáles tienen el efecto de mantenerlo o aumentarlo?, ¿Qué lo pone peor?

¿Qué comparten estos intentos de solución, aparentemente distintos?

¿Cuál es la buena razón de intentar…?

 

Una vez obtenida la información se puede intervenir:

 

a) Decidir la estrategia terapéutica a seguir, pensando un giro de 180° respecto al denominador común de los I.S. ¿Qué sería lo contrario de los IS?

b) Traducir la estrategia en pautas de acción y concretarlas en forma de tareas.

c) Plantear las tareas a los clientes de forma congruente con su postura.

  

              Transacciones en el consultorio

 

Consiste en que el terapeuta tome en cuenta los patrones que se manifiestan en el modo de hablar, quién dice qué en qué momento, quién habla con quién y cuáles son las interacciones diádicas más frecuentes. Para ello se apoya de las preguntas circulares.      

 

 

3)    Redefinir el problema


Mediante esta intervención, el terapeuta ofrece a la familia una forma alternativa de entender lo que les sucede. Sin embargo, es importante aclarar que no se trata de proponer un significado más “verdadero” o “correcto”, sino lo bastante distinto como para marcar la diferencia de percibir y de reaccionar ante una situación. La elaboración de la propuesta no se guía por un criterio de veracidad sino más bien por un criterio de utilidad.

Una forma de estructurar el mensaje de redefinición del problema es el siguiente: 


 

}  A Lupita le hace falta practicar __________.  Esto generaba problemas, dificultades, malos ratos, discusiones, etc. Por consiguiente, la relación entre ustedes y Lupita se deterioró (rivales y/o distantes). Lupita no solo empeoraba por que no practicaba ________ sino porque no había la relación favorable que sirviera de plataforma desde donde practicar    

 

 

4)    Ruptura del ciclo sintomático

 

Estrategia

Intervención

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Promover el diálogo

 

 

Rituales de dar y recibir: Promover acciones simbólicas que inciden en las interacciones familiares modificando los vínculos y formas de expresar los afectos. Se incluyen en ellas intercambios de objetos (regalos, comida, tarjetas, etc.) y de afectos (reconocimiento, perdón, agradecimiento, etc.)

 

 

Comunicación positiva: Ayudar a la familia a clarificar los mensajes, a mostrar empatía, a dar mensajes directos, a reconocer o positivo.   

 

 

Borrón y cuenta nueva: Ayudar a los miembros de familia a superar resentimientos mediante ritual de paso de una etapa en donde se lastimaron a una nueva etapa en donde se construyan mejores relaciones.    

 

 

¿Quién dará el primer paso?: Introducir esta pregunta en las conversaciones de terapia puede generar expectativas positivas que motiven a los integrantes a pasar a la acción.

 

 

La caja de los secretos: Cuando se sospecha a presencia de secretos, se pide la familia destinar una caja para: a) guardar los secretos que los integrantes aún no se sienten listos para revelar y b) las dudas que tienen los miembros de la familia.     

 

 

 

Poner de manifiesto conflictos encubiertos

 

 

Connotación positiva de las dificultades, desacuerdos y problemas

 

 

Entrevista con el otro Internalizado: ver

 

 

 

 

 

 

 

 

 

Desalentar el control

 

 

Tarea de observación:  Por ejemplo: “Observa que es diferente los momentos en que logras…”  El progenitor, con fines de evaluación, se centrará en observar únicamente sin intervenir.

 

 

Tarea de la sorpresa: Se pide a cada uno de los miembros de la díada que, en el tiempo entre una sesión y otra, procuren realizar alguna acción que sea capaz de sorprender al otro pero que se mantenga en secreto. Luego, en sesión, cada uno tratará de adivinar qué sorpresas llevó a cabo su pareja.

 

 

Ritual de días pares e impares: Son acciones simbólicas que abordan creencias opuestas y escaladas simétricas de los conflictos. Una acción común son las inversiones que resultan útiles en situaciones en donde se negocian diferencias. Las inversiones consisten en pedirle a una persona que piense o actué como la otra durante períodos específicos.

 

 

 

Estimular el cambio unilateral

 

 

Meta a nivel ser: Ayudar al adolescente y a los integrantes de la familia a definir una meta individual que contribuya al bienestar familiar. Cada uno puede hacer una lista de indicadores de meta, describiendo lo que va a sentir, pensar y hacer diferente que le indique que ya ha logrado su objetivo. 

 

 

Ritual de control del hábito: se invita a los miembros de la familia a destinar un día a la semana con el fin de revisar los avances en su meta terapéutica, los obstáculos a los que se pueden enfrentar y generar ideas para superarlos y mejorar.

 

 

Sesiones individuales

 

 

 

 

 

Buscar excepciones

 

 

Cambio pre-tratamiento: ver

 

Proyección a futuro: ver

 

 

 

 

 

Construir nuevos relatos

 

 

Carta a mi Yo nuevo: Se le pide al adolescente que elabore una carta dirigida a su Yo renovado, luego de la experiencia de haber superado el problema. En ella podrá darle la bienvenida, expresar sus expectativas y/o sellar compromisos.

 

 

Externalización del problema: ver

 

 

Carta de despedida al problema:  Se le pide a adolescente que elabore una carta dirigida al problema, en la que relate su experiencia y en la que ponga punto final a la relación entre ambos.

 

 

Días pares e impares: ver arriba

 

 

 

5)    Mantenimiento y terminación

La etapa de mantenimiento comprende la supervisión y seguimiento de los cambios y el ajuste de las intervenciones. El propósito en esta fase es ayudar al adolescente y su familia a superar los alti-bajos del cambio, prever, prevenir y aprender de las recaídas para sostener su nueva forma de ser y actuar. Para lograr estos fines, el terapeuta puede apoyarse de las siguientes estrategias:

 

      Ampliar las mejorías

 

Para ampliar las mejorías el terapeuta inicia las entrevistas de las sesiones subsecuentes que consiste en centrar la conversación desde un principio en los cambios que ha habido entre una sesión y otra. Esta estrategia se ejecuta en 6 pasos:

 

1)  Ayuda al adolescente y su familia a realizar una lista de esfuerzos: ¿Qué esfuerzos han estado haciendo para que las cosas vayan mejor?, ¿Qué han intentado hacer diferente en las dos últimas semanas?

 

2) Ayuda al adolescente y su familia a especificar diferencias: ¿En qué forma eso es diferente a como sucedía antes?, Esta manera de enfrentar la situación, ¿En qué forma es diferente a como lo hubieras enfrentado hace un mes?, ¿En qué forma eso ha sido bueno para ti?

 

3)  Ayuda al adolescente y su familia a identificar los efectos positivos en las demás áreas de su vida: Estos cambios que ha estado logrando, ¿Qué efectos positivos han tenido en Juanito (en su trabajo, estado de ánimo, forma de pensar, relaciones, etc.)?

 

4)  Pregunta por la escala de mejoría.

 

5) Pregunta por la clave/formula que utilizó para lograr los cambios.

 

6) Proyecta al adolescente y su familia a un futuro en donde da los siguientes pasos hacia la meta.

 

Cuando el adolescente y su familia no identifican mejorías, se elabora una deconstrucción del relato inicial. Deconstruir implica aceptar el marco de referencia global que emplean los clientes, esto es, aceptar de entrada como válido el relato que ellos han construido y, a partir de ahí, tratar de introducir alguna duda sobre algunos de sus elementos hasta desafiar la historia entera.

 

      Prevenir recaídas

 

Esta intervención consiste en invitar al adolescente y su familia a reflexionar sobre qué circunstancias podrían implicar un estancamiento o una recaída. Para luego explorar las ideas de cómo se las arreglarán para enfrentar, recuperarse o paliar esos pasos para atrás.

 

La técnica se realiza en 3 pasos:

 

1)    Utilizar un lenguaje condicional para plantear los riegos de retroceso:

 

Ahora que estás en un 9, ¿qué piensas que podría ser un obstáculo para mantenerlo en las próximas semanas?

Ahora que has estado avanzando, ¿Qué cosas podría tratar de aprovechar (el problema externalizado) para volver a ganar terreno?

 

2)    Tomar una postura de abogado del diablo, ofreciendo el peor panorama posible.

“Demos por caso que…”

 

3)    Utilizar un lenguaje presuposicional para establecer o dar por entendido que el cliente sabrá manejarse en la situación de riesgo.

 

¿Qué cosas vas a estar haciendo para sobrellevar los obstáculos?

¿Cómo te las vas a arreglar para seguir con las riendas de tu vida, para no permitir que (el problema externalizado) se te acerque?

¿Cómo te ayudaría eso?

 

Cabe señalar que, en esta etapa del proceso, el terapeuta podría ocuparse de temas que hasta el momento han quedado al margen de las conversaciones terapéuticas por haberse centrado en la meta definida conjuntamente con el sistema consultante. Pueden ser útiles las sesiones individuales con el adolescente para abordar directamente la crisis evolutiva (interrumpida por el ciclo sintomático) y con los integrantes de la familia que vieron frenado su desarrollo mientras lidiaban con los síntomas.  

 

      Aprender de las recaídas

 

Esta estrategia se basa en la idea de que el cambio en la terapia no es siempre estable ni lineal y que por tanto la transformación puede fluctuar entre avances y retrocesos. Durante la terapia, los miembros de la familia van ensayando las nuevas maneras de actuar y de pensar alternando con momentos en que regresan a su zona de confort y a la seguridad conocida de los viejos hábitos.

 

Esta intervención se lleva a cabo en 3 pasos:

 

1 Ayudar al reconocimiento de la recaída y/o de las fallas propias  

 

2 Describir la secuencia de la recaída:

 

¿Cómo te explicas que volvieras a (el problema)?, ¿Qué cosas se pusieron en tu contra?, ¿Dónde dirías que estuvo tu fallo?, ¿Qué es lo que hiciste mal que contribuyó para que volvieras a caer? (conducta), ¿Qué pasó por tu cabeza cuando hiciste eso? (pensamiento), ¿Cómo te sentiste? (emoción), ¿Qué efecto tuvo en los demás?, ¿Cómo reaccionaron los demás? (interacción).  

 

3 Describir un patrón interpersonal de solución (PIS) fantaseado:

 

3.1 Solución hipotética:

 

Si pudieras regresar el tiempo al momento de la recaída, ¿Qué te hubiera gustado hacer diferente?, ¿Qué crees que hubiera sido una mejor opción?, ¿Qué recursos hubieras puesto en práctica?

 

3.2 Prever obstáculos y respuestas de afrontamiento:

 

Demos por caso que en las próximas semanas se pudiera presentar una situación similar, ¿Cómo te gustaría manejarla?, ¿Qué ideas te van a ayudar a manejarlo mejor? 

Conclusiones

 En conclusión, estas cinco pautas que se han presentado constituyen una propuesta para orientar la aplicación del modelo de terapia breve sistémica al trabajo clínico con adolescentes y sus familias.

 Se considera pertinente en principio entender las implicaciones del proceso de desarrollo de la adolescencia y las dinámicas familiares comunes en esta etapa y se enfatiza la idea de que a través de prácticas colaborativas que permitan acceder a otras facetas de la persona y proyectarse a un futuro que aborda temas relacionados con sus sueños y esperanza de vida el terapeuta podría generar una relación respetuosa y de confianza con el adolescente y con los demás miembros de su familia. 


Bibliografía

 

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Domínguez, Jorge.  (2008) Preparando a los hijos para el éxito. Ed. Cree- Ser.

Fiorenza, Andrea (2003) Niños y adolescentes difíciles. Ed. RBA

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Llavona, L. y Mendez, F. (2012) Manual del psicólogo de la familia. Ed. Pirmanide.

Micucci, Joseph. (2005) El adolescente en la terapia familiar. Amorrortu editores, Buenos Aires.

Pitman III, Frank. (1995) Momentos decisivos. Paidós.

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Watzlawick, Paul (2012) Cambio. Formación y solución de los problemas humanos. Herder, Barcelona.