viernes, 30 de agosto de 2024

Presupuestos principales para una Supervisión de casos desde el modelo de la Terapia Breve Sistémica

 


En esta entrada se aborda el tema de la supervisión de casos desde el modelo de la Terapia Breve Sistémica. Se comienza por definir el concepto de la supervisión de casos para, enseguida, enumerar los presupuestos principales que fundamentan su aplicación como herramienta para el acompañamiento de terapeutas en formación.

 

Los presupuestos se clasifican en dos grupos: los relacionados directamente con los supuestos propios del modelo sistémico y los que provienen de otros modelos y disciplinas y que nos ayudan a entender mejor la práctica de la supervisión de casos.  

 

¿Qué es la Supervisión de Casos?

 

Es el conjunto de actividades de contención y evaluación de la práctica de psicoterapia de los profesionales que integran un equipo de terapeutas sistémicos, encaminada a la reflexión de la propia experiencia, la activación de recursos interaccionales y la generación de ideas que faciliten la intervención con sus consultantes y fomenten su desarrollo en el ámbito profesional.

 

Esteban Laso (2020) sugiere diferenciar la supervisión del asesoramiento, “ya que se asesora el caso, pero se supervisa al terapeuta. Si el supervisor se limita a elucidar las dificultades del caso y sugerir lecturas o intervenciones puede estar asegurando que el supervisado atienda adecuadamente a su paciente, pero no propicia su desarrollo, con lo cual desaprovecha una oportunidad de oro para motivar su crecimiento profesional.”

 

Ya sea que se trate de una supervisión individual o grupal, en retrospectiva o en vivo, lo esencial es que pueda apoyar “el desarrollo del terapeuta en el ámbito profesional, por medio del diálogo reflexivo en torno a las inquietudes que éste presenta sobre los casos y temáticas con las que va tropezando a lo largo de su práctica” (Laso, 2020)

 

Presupuestos principales

 

1)     La supervisión de casos se basa en el aprendizaje por visión binocular

 

El aprendizaje por visión binocular utiliza la metáfora de la visión de profundidad en el que “el ojo derecho ve las cosas a su modo, y al mismo tiempo el ojo izquierdo lo percibe de modo distinto. Las diferencias entre las visiones de ambos ojos conducen al logro de la percepción de la profundidad”


 

Trasladado al ámbito de la supervisión de casos, la idea del terapeuta 1 es diferente a la idea del terapeuta 2 y la terapeuta 3. Podríamos decir que representan diferentes mapas con respecto al caso. La suma de todos los mapas, dan origen a una perspectiva diferente, un conocimiento profundo o más complejo.

 



La supervisión permite que el contrastar y sintetizar las diferentes visiones (la de los terapeutas y las del supervisor) aparezca una nueva configuración que abra al terapeuta nuevas posibilidades para el caso. Parafraseando a Bateson “la diferencia que establece una diferencia”

 

2)    Conceptualizar un caso es un proceso similar a resolver un problema.

 

Nezu y otros (2006) proponen el modelo basado en problemas para el aprendizaje de la psicoterapia y el desarrollo de las habilidades para la formulación del caso y la elaboración de planes de tratamiento en la práctica clínica.

 

Para estos autores el proceso de supervisión de casos es similar al proceso de resolución de problemas. Las definición de “problema” que sugiere Zurilla  (1971) en su obra pudiera usarse para definir el concepto de “caso planteado por un terapeuta”:

 

Un “caso” es “una transacción persona-ambiente en la cual hay una discrepancia o desequilibrio percibido entre las exigencias y la disponibilidad de respuesta. La persona en dicha situación percibe una discrepancia entre “lo que es” y “lo que debería ser” en condiciones donde los medios para reducir la discrepancia no están inmediatamente patentes o disponibles”. Dicho de otro modo, un problema.

 

De la misma forma, su definición de “solución” puede aplicarse como concepto de supervisión de casos a saber:

 

“un proceso cognitivo-afectivo-conductual mediante el cual una persona (psicólogo) intenta identificar o descubrir una solución o respuesta de afrontamiento eficaz para un problema (caso) particular”. En otras palabras, resolución de problemas.

 

En este sentido el supervisor y el terapeuta pueden beneficiarse del método de resolución de problemas en el contexto de la supervisión de casos y utilizar la manera de guía para la conceptualización del caso planteado. Los pasos del método resolución de problemas son:

 

1.    Orientación general hacia el problema: cómo percibo el problema, cómo lo valoro, qué poder tengo sobre él y qué parte de mi tiempo ocupa.

2.    Definición y formulación: Definir el problema en términos objetivos y solucionables, establecer metas realistas.

3.    Generación de alternativas: mediante una lluvia de ideas

4.    Toma de decisiones: pros y contras de cada una de las alternativas

5.    Verificación: puesta en práctica de la alternativa, evaluación de resultados

 

3)    Trabajar sobre un caso implica un proceso creativo (Rodríguez, 85)

 

Si el ejercicio de la supervisión de casos es similar al proceso de resolución de problema, quiere decir que implica también un esfuerzo creativo. La creatividad es “la capacidad de producir cosas nuevas y valiosas” y las etapas del proceso creativo son:


I. El cuestionamiento,

II. El acopio de datos,

lll. La incubación,

IV. La iluminación,

V. La elaboración y

VI. La comunicación

 

Además, la creatividad inherente al proceso de la supervisión de casos sustenta cuatro factores o componentes fundamentales:

 

La fluidez es la cantidad de ideas que un terapeuta o equipo de terapeutas puede producir respecto a un caso determinado. Por ejemplo, el número de alternativas, estrategias o técnicas que halla para un problema en particular.

 

 La flexibilidad es la variedad y heterogeneidad de las ideas producidas; nace de la capacidad de pasar fácilmente de una categoría a otra, de abordar los problemas desde diferentes ángulos. Por ejemplo, cuando el terapeuta realiza reencuadres y resignificaciones.

 

 La originalidad es la rareza relativa de las ideas producidas. El terapeuta evitará hacer “más de lo mismo” y buscar alternativas haciendo preguntas novedosas para la familia y propuestas de intervención con una lógica diferente a la utilizada por el cliente.

 

La viabilidad es la capacidad de producir ideas y soluciones realizables en la práctica. El terapeuta podrá reconocer que hay muchas ideas que teóricamente son muy acertadas, pero que resultan difíciles o imposibles de realizarse.

 

El supervisor acompañará a los terapeutas en el desarrollo de estas cuatro habilidades que les permitan cursar por las diferentes etapas del proceso creativo cada vez con mayor familiaridad

 

4)    La supervisión de casos representa una estrategia de autocuidado para el profesional de la salud mental.

 

El ejercicio de la psicoterapia trae consigo importantes riesgos profesionales que se han estudiado de manera detallada en investigaciones sobre desgaste profesional o burnout (Maslach y Jacson, 1981), trauma vicario (McCann y Pearlman, 1990), fatiga por compasión (Figley, 1995), etc. La supervisión de casos representa un instrumento privilegiado de autocuidado para prevenir los riesgos de la profesión terapéutica.

 

Tobón (2004) propone un modelo de autocuidado desde la perspectiva del afrontamiento a través del apoyo social que se compone de tres elementos: 1) instrumental, 2) emocional e 3) informacional.  La supervisión de casos proporciona en su ejercicio estos tres elementos de autocuidado. De forma instrumental, por ejemplo, cuando se presta una ayuda directa o de algún servicio (préstamo de un libro, impartición de un curso o taller, etc.). De manera emocional, por ejemplo, al brindar la oportunidad de ser escuchado, validado y contenido emocionalmente por el supervisor y/o el grupo. Por último, de tipo informacional al brindar información, consejo y/o guía para la resolución de los problemas y/o la conceptualización del caso. 

 

5)    La supervisión se da en varios niveles o ámbitos (Ríos, 2019)

 

Basado en la premisa de que la supervisión de casos es más que un asesoramiento del caso, Ríos, explora los diferentes ámbitos que componen la supervisión de casos como un proceso de acompañamiento de terapeutas jóvenes.

 


Un primer nivel es “el trabajo psicoterapéutico” que implica la experiencia de la sesión, de estar frente al consultante. El supervisor acompaña al terapeuta en el desarrollo de habilidades de entrevista, de promoción de la alianza terapéutica, de técnicas de devolución para la mejora de su práctica clínica.

 

Un segundo nivel es “la sistematización o la conceptualización del caso” que implica la experiencia de pensar de forma ordenada sobre el caso. El supervisor acompaña al terapeuta en el desarrollo de habilidades de sistematización de la información de su práctica y de conceptualización mediante el llenado de formatos e historia clínica escrita y la traducción de la práctica a la teoría y viceversa.     

 

Un tercer nivel es el de “aspectos personales” del terapeuta que implica la reflexión sobre los efectos que tiene el trabajo de la psicoterapia en la vida del profesional. El supervisor acompaña al terapeuta en el desarrollo de conductas de autocuidado, de identificación y empleo de sus lados fuertes y recursos en pro de su ejercicio clínico.

 

El último nivel es el de “la supervisión” que implica la evaluación de la práctica profesional de acuerdo al modelo de terapia e incluyendo los tres niveles anteriormente descritos. El supervisor acompaña al terapeuta en el desarrollo de capacidades de monitoreo, evaluación y ajuste en el ejercicio de la terapia.

 

6)    Existen niveles en el desarrollo profesional de un terapeuta

 

 Laso (2020) advierte que el papel de la supervisión es la de “auspiciar el desarrollo del terapeuta en el ámbito profesional, por medio del diálogo reflexivo en torno a las inquietudes que éste presenta sobre los casos y temáticas con las que va tropezando a lo largo de su práctica. Sugiere además que el desarrollo profesional de un terapeuta atraviesa diferentes niveles.

 

“Para convertirse en terapeuta no basta con que el aprendiz aprenda a actuar como tal; ha de pensar como terapeuta, relacionarse con los consultantes como terapeuta –y, eventualmente y merced al esfuerzo y la experiencia, experimentarse como un terapeuta. Cada uno de estos aspectos constituye uno de los peldaños en la maduración de la terapeuta en cuanto tal… todo terapeuta se desarrolla a través de cinco niveles, definidos por la complejidad relativa del concepto con el que entiende el proceso de hacer terapia” (Laso, 2020)

 

La siguiente ilustración describe los diferentes niveles, su foco y la pregunta identificadora:




 7)    El cambio es un proceso mediante el cual el terapeuta a atraviesa por diferentes etapas. 

 

Prochaska y Diclemente (1983) elaboran un modelo transteórico del cambio con el cual intentan explicar el cambio en contextos clínicos y no clínicos como un proceso que se compone de diferentes etapas. A través de estas se presentan los procesos de cambio, y tienen lugar una serie de transiciones. Las cinco etapas son: Precontemplación, Contemplación, Preparación, Acción y mantenimiento.


Para estos autores, el cambio no se da de la noche a la mañana, de forma abrupta o inesperada, sino que se va cocinando poco a poco. Este modelo también es aplicable al proceso de supervisión de casos. El supervisor, en conjunto con el terapeuta, evalúan el proceso de cambio del supervisando con respecto al caso planteado para identificar la etapa en el proceso de cambio en el que se encuentra y a partir de esto definir objetivos y planear estrategias que faciliten el paso al siguiente nivel, por ejemplo:

 

Etapa

Transformación

 

Supervisado precontemplativo

 

El supervisado no se da cuenta que hay un asunto o problema en su trabajo clínico y puede experimentar sorpresa o shock cuando el supervisor lo señala. El supervisando puede comportarse a la defensiva, evitar la discusión o faltando a la supervisión.  En este estadio el supervisor funciona más como maestro o consejero.

 

 

 

Supervisado contemplativo

 

Más consciente de los problemas que enfrenta, el supervisando reconoce que algunas intervenciones pudieron no ayudar a los clientes. Por tanto, el supervisor se convierte en una fuente de orientación e información y debe ayudar a clarificar la toma de decisiones dentro de un clima de aceptación que tramiten sentimientos de inseguridad, miedo e incertidumbre.   

 

 

Supervisado en fase de preparación

 

El supervisando presenta mayor grado de aceptación y mayor capacidad de empatizar con su cliente. Por tanto, el supervisor puede abandonar el rol pedagógico para canalizar y apoyar la exploración y experimentación.  

 

 

 

Supervisado en acción

 

El supervisando pone en práctica lo discutido en las supervisiones y desarrolla enfoques y técnicas acordes con su personalidad. Por ende, el supervisor tendrá especial cuidado de no mostrarse renuente al cambio y a la experimentación.

 

 

Supervisor en estadio de mantenimiento

 

La supervisión se enfoca en aquellas situaciones clínicas que no mejoran aún con las transformaciones llevadas a cabo en cuanto a técnicas y formas de intervención terapéutica para analizar los factores que la obstaculizan.

  

Presupuestos basados en el modelo de terapia breve sistémica

 

1)    Todo problema planteado en supervisión está inmerso en un contexto de relación

 

Dado que todo problema está inmerso en un contexto de relación, en vano es estudiar una conducta de manera segmentada, sin comprender el contexto en donde surge. Desde esta perspectiva la psicoterapia representa para el profesional el reto de pasar del pensamiento lineal que evalúa el individuo sin tomar en cuenta su contexto, al pensamiento sistémico que amplía la visión de lo individual a lo relacional.

 

El contexto de la supervisión de casos puede representar un espacio privilegiado para ejercitar el pensamiento sistémico. El supervisor por medio de la conversación y el diálogo reflexivo con los terapeutas facilitará el paso de una visión centrada en el individuo a una mirada de las interacciones con su entorno que alimentan y/o perpetúan los problemas, así como las interacciones que ofrecen posibilidades y oportunidad de cambio.

 

La supervisión resulta un instrumento primordial para ayudar al terapeuta a pensar sistémicamente. 

 

2)    Los problemas se mantienen por los Intentos de solución fallidos que realizan los profesionales de la salud mental al intervenir

 

Watzlawick (1974) en su obra a “Cambio” ofrece una teoría del problema y de la solución de la Terapia breve. Concluye que los problemas se mantienen por los Intentos de Solución fallidos que las personas realizan en su afán de cambio.  

 

Cuando una terapeuta en supervisión presenta un caso que percibe estancado podría explorar, en conjunto con su supervisor, los intentos de solución que ha llevado a cabo para destrabar el caso, que alimentan el problema. De forma colaborativa podrán revisar los isomorfismos, las intervenciones preferidas por el terapeuta y la relación terapeuta-cliente a la luz de los denominadores comunes de sus intentos de solución infructuosos con el propósito de evitar hacer “más de lo mismo” y poder planear un cambio de tipo 2.

 

  

3)    Los terapeutas cuentan con recursos y el grupo de supervisión es uno de ellos.

 

En la supervisión de casos resulta pertinente tener en cuenta los recientes estudios acerca de la resiliencia personal (Cyrulnik, 2013) que proporcionan información acerca de la capacidad que tienen las personas para hacer frente a las adversidades y salir fortalecida de ellas.

 

Esta idea invita al supervisor a tomar una postura de colaboración que permita evocar y ayudar a gestionar recursos y lados fuertes presentes en los terapeutas en formación.

En este sentido el supervisor explorará las cualidades, talentos y aficiones de los terapeutas supervisados, sus éxitos terapéuticos anteriores y las cosas que sí funcionan en su práctica clínica con los pacientes que les consultan.

 

4)    No es necesario saber mucho del problema para resolverlo

 

De la misma manera que la frase que da título a este punto, podríamos decir que no es necesario saber mucho acerca del caso para comenzar a supervisarlo. Dado que el blanco de la intervención en la supervisión no es el caso en sí, sino los elementos que subyacen en la presentación o planteamiento del mismo (por ejemplo, la perspectiva del terapeuta, su sistema de creencias o los errores en la conceptualización) no se requiere de la información exhaustiva del caso para poder definir objetivos y planear tratamientos. El supervisor mediante unas cuantas preguntas estratégicas será capaz de evocar un diálogo que permita reflexionar sobre el caso, identificar escollos y posibilidades en el proceso.

 

5)    La resistencia no es un concepto útil

 

de Shazer (1994) afirma que, en un contexto clínico, el tradicional concepto de “resistencia” es una idea inútil que ha perjudicado a los terapeutas. Implica ubicar en la persona del paciente un proceso propiamente interaccional: la colaboración.

 

El profesional, al centrarse en las cuestiones de la resistencia, el poder y el control genera un proceso de etiquetado que afecta la relación terapéutica. En palabras del propio de Shazer (1994), “con este tipo de idea en su mente el terapeuta puede realmente generar “resistencia” o no cooperación, cuando no directamente conflicto. Es decir que las concepciones del terapeuta son capaces de producir profecías de autocumplimiento, con un desenlace infortunado”.

 

Como los conceptos de “resistencia” y de “cooperación” se excluyen recíprocamente, si un profesional opta por ver la conducta de su cliente como resistencia, no podrá ver los intentos por cooperar y viceversa.

 

En este mismo sentido, el supervisor puede ayudar al terapeuta a revisar la manera en que colabora con el sistema cliente. Podrá basarse el modelo de alianza terapéutica como el desarrollado por Valentín Escudero (2019) o el modelo de relación terapéutica sugerido por Steve de Shazer (1995).

 

En el primero se revisan cuatro dimensiones: el enganche en el proceso terapéutico, la conexión emocional, la seguridad en el sistema terapéutico y el sentido de compartir a propósito de la terapia. En el segundo se revisa la interacción entre el terapeuta y el cliente basado en tres categorías a saber: visitante, demandante y comprador.

  

6)    Existen muchas maneras de enfocar una situación, pero ninguna es más “correcta” que las otras.

 

Selekman (2004) afirma que “para cada acontecimiento que sucede en el mundo, existen por lo menos dos o más explicaciones. Bateson (1980) denominó a esta forma de descripción “comparación doble o múltiple” No hay una explicación última de la realidad”.

 

El supervisor de casos acompaña a los terapeutas en el desarrollo de la flexibilidad para no aferrarse a ideas o al propio modelo de trabajo. Resulta útil escuchar todas las voces del grupo de supervisión e incorporar ideas provenientes de otras orientaciones terapéuticas.

  

7)    La Terapia breve sistémica es un modelo fásico

 

El proceso terapéutico, tal y como se desarrolla en base al modelo de la TBS, tiene una serie de tareas clínicas o etapas diferenciadas que, aunque pueden solaparse, permiten explicar el trabajo con los consultantes. Cabe mencionar que la distinción que se establece entre las diferentes del proceso es solo explicativa, ya que en la práctica en ocasiones resulta poco nítida la distinción entre las fases y sus efectos.

 

Para exponer mejor el desarrollo del proceso de la TBS, podemos esquematizar las etapas de la siguiente manera (ver ilustración):

 


El supervisor de casos y los terapeutas utilizan la herramienta del mapa de las etapas del proceso de TBS como una especie de brújula que orienta las intervenciones cuando el profesional se experimenta “perdido”.

 

Así tal vez, por ejemplo, el terapeuta podría estar teniendo dificultades en obtener información necesaria para la definición de objetivos, cuando aún no consolida la etapa de enganche o, en otro ejemplo, el terapeuta podría estar interviniendo cuando aún no ha llegado a un acuerdo con el cliente con respecto a las metas terapéuticas.

 

Conclusiones

 

Hasta aquí se han presentado 14 presupuestos fundamentales de la supervisión de casos en el modelo de la terapia breve sistémica. Estos presupuestos intentan explicar la lógica de este instrumento y su importancia para la formación y desarrollo profesional del terapeuta, además de sentar las bases para una propuesta de modelo de supervisión que dé respuesta a los profesionales que están desarrollando el pensamiento sistémico.  

 

Se concluye, en consonancia con Hernández (2007), que la supervisión de casos puede cubrir las siguientes funciones:

 

1)    Función de soporte emocional al terapeuta cuando le ayuda a explorar sus vivencias personales, sin que la supervisión se convierta en proceso terapéutico.  Los miembros del grupo de supervisión son fuentes de apoyo, de retroalimentación y de reconocimiento para quien presenta el caso.


2)    Función de asesoría al caso. El supervisor conversa con el grupo para ofrecer alternativas sobre las mejores opciones para la evolución de la terapia, enfocándose más en los consultantes y en los remitentes que en las competencias del terapeuta.


3)    Función de formación. El supervisor enseña cómo hacer una intervención, modelando o acompañando el ejercicio de la terapia en vivo. Además, realiza traducciones entre la práctica y la teoría y viceversa.


4)    Función de trabajo en equipo. Los miembros del grupo de supervisión comparten las responsabilidades clínicas con el terapeuta. Además, legalmente el supervisor tiene también una responsabilidad frente a los casos y éticamente tiene un compromiso humano con quienes le entregan su confianza al equipo poniendo su historia en sus manos.


5)    Función de promoción del desarrollo profesional. El supervisor estimula a los terapeutas a tomar iniciativas y a transferir sus aprendizajes a sus demás campos de trabajo. Recurre para este fin al reconocimiento directo y a la connotación positiva de las actuaciones de los terapeutas, de sus avances técnicos y de comprensión.

 

Fuentes

 

Boscolo, Luigi. (1996) Los tiempos del tiempo. Amorrortu. Buenos Aires,

Cyrulnik, B. (2013). Los patitos feos: La resiliencia. Una infancia infeliz no determina la vida. DEBOLS! LLO.

De Shazer, Steve. (1994) Claves para la solución en terapia breve. Paidós. Barcelona

D'Zurilla, T.J. (2003) Terapia de resolución de conflictos. Desclée de Brouwer. Bilbao,.

Escudero, V., & Friedlander, M. (2019). Alianza terapéutica con familias: Cómo empoderar al cliente en los casos difíciles. Herder Editorial.

Hernández, Ángela. (2007) Supervisión de psicoterapeutas sistémicos: un crisol para devenir instrumentos de cambio. REVISTA DIVERSITAS – PERSPECTIVAS EN PSICOLOGÍA - Vol. 3, No. 2

Laso, E. (2020). Guía integral de supervisión en psicoterapia. Ediciones Morata.Linares, J. (2010) Terapia Familiar: aprendizaje y supervisión. Trillas. México, D.F.,

Montalvo, J y Espinoza, M. (2011) Supervisión y terapia sistémica. Ed. Cree-Ser. Monterrey, N.L.

Morfín, G. R. (2019). Modelo para la práctica en psicoterapia de estudiantes en psicología. Revista REDES, (40), 69-86.

Nezu, A. M., Nezu, C. M., & Lombardo, E. (2006). Formulación de casos y diseño de tratamientos cognitivo-conductuales: un enfoque basado en problemas. Editorial El Manual Moderno.

Prochaska, J. O., & DiClemente, C. C. (1986). Toward a comprehensive model of change. In Treating addictive behaviors: Processes of change (pp. 3-27). Boston, MA: Springer US.

Rodríguez, Mauro. (1987) Manual de Creatividad. Ed. Trillas. México.

Rodríguez, Mauro. (1985) Psicología de la creatividad. Ed. Pax-México. México.

Selekman, M. (1996). Abrir caminos para el cambio. Soluciones en terapia breve para adolescentes con problemas. Barcelona: Gedisa.

Tobón, O., & García, C. (2004). Fundamentos teóricos y metodológicos para el trabajo comunitario en salud. Manizales: Editorial Universidad de Caldas.

Watzlawick, P., Weakland, J.H. & Fisch, R. (1985). Cambio. Barcelona: Herder


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