jueves, 21 de marzo de 2019

Modelo de Terapia Breve Sistémica para problemas de la infancia y la adolescencia: Cómo lograr que los progenitores se hagan cargo




En una entrada anterior abordamos el carácter y plan global de intervención del modelo de terapia breve sistémica para el manejo de problemas de la infancia y la adolescencia ( TBS para problemas infantiles). En el escrito se alude a las situaciones en las que los padres acuden al terapeuta con la esperanza de que éste arregle lo que no  funciona en el infante. Se explica que, con frecuencia, son capaces de ver el síntoma, pero incapaces de identificar las acciones propias que retroalimentan y a su vez son retroalimentadas por el problema. Por si esto fuera poco se produce un fenómeno que Jay Haley llama “incongruencia jerárquica”, es decir que el síntoma le otorga poder al menor frente a sus padres que se perciben incapaces de ayudar al hijo. 

Los progenitores en la mayoría de las ocasiones establecen un tipo de relación con el terapeuta que Steve de Shazer ha denominado de tipo cliente demandante, es decir, se presentan con el terapeuta como conocedores de que hay un problema por resolver, que el problema está en el niño pero que no está en sus manos resolverlo y por tanto mostrarán en un inicio poco involucramiento con respecto al cambio.  El menor, en contraste con la postura de los adultos, establece una relación de tipo cliente visitante desde la cual, aunque pueda ser capaz de experimentar los efectos del rol de chivo expiatorio, ignora cuál es el problema a resolver y por tanto acude con cara de “a mí me trajeron”.

Aunado a esto, el proceso de cambio de los padres se caracteriza por una notable ambivalencia, en la que se mezcla el deseo de cambiar con el temor a lo desconocido y el miedo a que “hacer algo diferente” empeore el problema.

Ante este panorama, el terapeuta se enfrenta a importantes retos en la intervención con los padres.  ¿Cómo establecer una relación colaborativa de trabajo conjunto con cada uno de los progenitores?, ¿Cómo lograr que los padres se vean y experimenten como los principales agentes de cambio en la vida de su hijo?, ¿Cómo hacer que los progenitores se hagan cargo?

Para dar respuesta a estas preguntas, se presentan a continuación una serie de ideas, tomadas del trabajo de Cloe Madanes (1984) desde el modelo de terapia familiar estratégica. Cabe señalar que, antes de poner en práctica las estrategias descritas, es importante que el profesional haya logrado una alianza terapéutica al validar las preocupaciones de los padres y promover su esperanza y la confianza en sus propios recursos.


Situación
Estrategias





Autoridad conferida a los expertos


Redefinir el problema del hijo en términos de conducta de manera tal que para los padres resulte más manejable.
                                                               

Motivar a los padres a establecer reglas claras y límites. Para ello el terapeuta deberá evitar asumir este rol por los progenitores y, en cambio, les ayudará a confiar en sus recursos parentales, a declarar una posición clara con respecto al problema y a no perder el foco en los objetivos.
  




Autoridad conferida al hijo


Explicar a los padres que su hijo necesita de su guía y que sólo cuando se conduzca correctamente podrá hacerse cargo de sí mismo.


Explicar al hijo “las ventajas de las reglas y los límites”: Vivir en un mundo más predecible, conocer sus derechos y obligaciones, y por ende no se verá envuelto en situaciones en que podrá ser castigado arbitraria o inopinadamente.


Promover una alianza parental


Autoridad conferida a otros parientes

Lograr que los parientes, en vez de aliarse con el menor, apoyen a los padres en su empeño por orientarlo.


Padre que se autodefine como inepto


Sesiones a solas con el adulto para reforzar competencias parentales y/o ayudarle a sobrellevar la crisis que representa percatarse de las deficiencias y fallas propias.


Amenaza de quiebre en la unidad parental


Connotación positiva del poder que tiene el hijo de unir a sus padres. Es conveniente destacar la benevolencia y el autosacrificio del hijo.
  






Progenitor que descalifica a otro progenitor


Reformular las descalificaciones, por ejemplo: Debilidad por sensibilidad, dureza y brutalidad por intento desesperado por ofrecer una clara orientación, depresión e inestabilidad emocional por preocupación solícita.


Tomar un rol de mediador para ayudar a los progenitores a encontrar un común acuerdo 


Redefinir la conducta del progenitor descalificador cómo una manera bien intencionada de ofrecer apoyo al otro.


Ignorar las dificultades conyugales y mantener el foco en la meta prioridad (posponer meta conyugal en el proceso de terapia)










Progenitores que descalifican al terapeuta.


Comenzar la terapia hasta que se hayan aclarado las dudas y objeciones que presentan los padres con respecto al terapeuta y su modelo de trabajo.


Sugerir que prueben la terapia durante 3 meses y que decidan hasta entonces si quieren continuar o no.


Repetir la demanda de las tareas hasta lograr éxito. Para ello, el terapeuta puede explicar los objetivos de las directivas, plantear las consecuencias negativas de no llevarlas a cabo y las ventajas del cambio.


En conductas graves será útil plantear como última opción la hospitalización del hijo y comprometer a los padres para no internar al menor hasta agotar todas las opciones.




Familia monoparental


Obtener cooperación de un pariente (abuela, tía, amante, etc.) como sustituto parental significativo.


Alentar al progenitor a tomar decisiones


Organicidad (esquizofrenia, trastorno bipolar, retraso mental)


Proponer como meta organizar para el hijo la vida más normal posible, manteniéndolo fuera del hospital.


Hasta aquí se han descrito diferentes situaciones que tienen en común la dificultad del progenitor para asumir la autoridad frente a los problemas del hijo. Para cada una de estas situaciones se presentan estrategias específicas basadas en las interacciones entre los padres y el menor. Espero que el lector encuentre útil alguna de estas ideas y enriquezca su práctica en la intervención en problemas de la infancia y de la adolescencia. Se concluye este escrito tomando prestada una frase de Montesquieu: “Para que no se pueda abusar del poder, es preciso que el poder detenga al poder”  



Fuentes:

Madanes, Cloé (1984) Terapia Familiar Estratégica. Amorrortu. Buenos Aires.


De Shazer, Steve (1993). Claves en psicoterapia breve. Una teoría de la Solución. Barcelona: Gedisa. 

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